Creado en: julio 22, 2022 a las 07:55 am.

La misión del poeta en dos poemas de Martí escritos en la década de 1880

Los poemas de José Martí escritos durante la década de 1880 que no fueron publicados ascienden a la cifra de 72 y les llamaría textos de “experimentación “, de ejercitación de un estilo, de búsquedas. Algunos transitan a caballo de los Versos libres, y tienen como ese aire, pero el instinto analógico prueba sus múltiples vías, penetra versos en metro corto, se delinean o aíslan estrofas, recorre grados en su camino hacia la manifestación plena de una armonía cósmica. El hecho de que  estos poemas, agrupados bajo la denominación de “Versos varios” por los editores, haya sido concebido paralelamente a los “endecasílabos hirsutos” hace necesarios la lectura y estudio de  los Versos libres, de los cuales se han desprendido comparaciones y semejanzas que se que se llevarán a cabo.

La efectividad literaria en estrofas breves vuelve a aflorar en los textos “[Fuera del mundo…]” y “[Mas  ¡ay de mí  que en vano, en vano envío!] “ El poema “[Mas ¡ay de mí! que en vano, en vano envío] “, contenido en el cuaderno de apuntes 10, que  tiene escrito   “E. Unidos” en la primera página, es una octava real de aliento místico y resonancias autobiográficas :

Mas ¡ay de mí! que en vano, en vano envío

A la inhumana mi doliente acento!

Pender quise la sombra, atar al viento,

Seguir el humo y detener el río:

Y mientras lo imposible loco intento

Tengo en casa la vid medio podada

Y en el  bosque la grey abandonada.

Martí aquí reflexiona sobre la relación entre la misión del poeta y su mundo, su vida personal – contemplación ética de su universo – . Todo orlado del anhelo de absolutos, que halla su base en los juegos antitéticos que se establecen dentro del poema a dos niveles:

1ro. a nivel de imagen, utilización de la antítesis como recurso estilístico en el marco del verso.

2do. Juego antitético que penetra o involucra al plano ideotemático: antítesis entre las dos realidades que plantea el poema: entre su aspiración a lo imposible y el abandono de sus deberes personales.

Ese desdén de lo personal en pro de una misión que intenta el bien del prójimo está contenido en la frase de Henry Ward Beecher (1813 – 1887), teólogo y predicador norteamericano, que Martí cita unas líneas antes en el propio cuaderno: “A benevolent being is centrifugal, and not centripetal “. Dicha relación entre la misión del poeta y su particular acción insatisfecha sobre el  mundo vuelve a ser abordada en el texto “[ ¡ Vivir en sí, qué espanto ! ] “, a nuestro entender uno de los de                                                                                            mejor factura dentro de la muestra seleccionada en “Versos varios “. El poema en cuestión “está escrito en el mismo papel y con iguales tinta y letra que dos borradores de Ismaelillo  : “Valle lozano” y “Rosilla nueva”(8), y constituye un texto agónico, de transición, de lucha, poseedor del tono de  Versos libres , donde aún  no acontece la muerte lastimera de la vida íntima. En esta silva vuelve a entronizarse el afán analógico, el goce nucleador:

¡Vivir en sí, qué espanto!

Salir de sí desea

El hombre, que en su seno no halla modo

De reposar, de renovar su vida,

En roerse a sí propia entretenida. –

La soledad ¡qué yugo!

Del aire viene al árbol alto el jugo

De la vasta, jovial naturaleza

Al cuerpo viene el ágil movimiento

Y al alma la anhelada fortaleza. –

Cambio es la vida! Vierten los humanos

De sí el fecundo amor: y luego vierte

La vida universal entre sus manos

Modo y poder de dominar la Muerte.

Es apreciable en los versos anteriores además de “la tormenta que arrasa el pecho” (9) un flujo, un intercambio, una armonía con la naturaleza. “Estos versos   … nos comunican el poder confortante de la Naturaleza, cuya vida incesante y armónica permite al hombre reemprender el camino hacia la contemplación de la analogía. La Naturaleza, en cuanto comunidad perfecta de vida, se lanza como modelo de conducta humana, como el magisterio moral más sabio para el hombre “.(10)Se expresa aquí el núcleo de sus preocupaciones existenciales, y quedan esbozados los                                                                                                                                                                                                     elementos que integrarán más tarde el triángulo de desboque en la armonía martiana:

           amor

 vida /          \  muerte. El amor suministra las fuerzas para encauzar la vida, y la forma de dominar a la muerte. Dichas ideas evidencian el fundamento dialéctico de su pensamiento. Percibe el encadenamiento, la transmisión, la mutabilidad. A la manera que la naturaleza vierte, la vida, el hombre vierte; pero a continuación el poeta vinculará ese acto con su misión y su mundo íntimo:

Como locos corceles

En el cerebro del poeta vagan

Entre muertos y pálidos laureles,

Ansia de amor que su alma recia estragan,

De anhelo audaz de redimir repleto

Busca en el aire bueno a su ansia objeto

Y vive el triste, pálido y sombrío,

Como gigante fiero

A un poste atado,

Con la ración mezquina de un jilguero

Por mano de un verdugo alimentado. –

¡Fauces hambrienta y voraz, un alma amante!

Y aquí, enredado con sus hierros, rueda

Y el polvo muerde, el aire tasca y queda

Atado al poste el mísero gigante.

Como vemos, y ya hemos afirmado, no acontece aún la muerte lastimera de la vida íntima. Asistimos al enfrentamiento del hombre con un mundo que no logra derrotarlo pero que intensifica la dramaticidad de su vivir. La armonía, la analogía que se establece entre el hombre y la naturaleza se rompe en el pecho y en el cerebro del poeta, por su infinita ansia de amor, su anhelo de absolutos (11) – pervivencia de un elemento romántico – que no se puede revertir en bien del universo. Se advierte una armonía, pero aún el poeta, el hombre, no está preparado para discernir los eslabones que lo hacen a él también parte integrante y activa de ella – no sólo elemento receptor -, los elementos que lo harán ”callar y comprender”. Este es otro de los elementos que nos permite afirmar el carácter transicional de muchos de estos textos (12). En la primera estrofa citada de “[¡Vivir en sí, qué espanto…]” encontramos un recurso muy utilizado dentro de la poesía martiana, tanto en la poesía de formación, como en la de madurez,  las imágenes de recurrencia de lo propio en lo propio. En este caso provista de cierto expresionismo:

El hombre, que en su seno no halla el modo

De reposar, de renovar su vida,

En roerse a sí propio entretenida.

En el poema que analizamos la “oposición espacial dentro / fuera “se manifiesta a través de ceñidos eslabones. Un elemento permite la existencia del otro. Aflora a través de ello nuevamente lo dialéctico. Encontramos además en dicha estrofa el esbozo de preocupaciones escriturales, la preocupación martiana por el acto de escritura, su finalidad, su altruismo.

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