Creado en: noviembre 6, 2023 a las 09:53 am.
Lesbia Vent Dumois: “Yo creo que soy una mujer de las instituciones”
91 años de vida cumple hoy la artista, pedagoga y gran mujer que es para los que comparten su trabajo en la UNEAC, Lesbia Vent Dumois. Nació en Cruces, perteneciente antiguamente a la región de las Villas, de madre modista y padre ebanista, oficios donde el buen gusto y el sentido del trazo y el detalle devienen fundamental.
Confiesa que ese ambiente le fue incentivando y alimentando su vocación hacia las Artes Plásticas, un universo creativo que la enamora hasta hoy.
«Mi madre siempre nos enseñaba a hacer acciones propias de la costura, de tipo prácticas, decorativas; y en el caso de mi padre, lo vi tallar. Una persona muy interesada por su oficio y como en la época las carpinterías estaban en la misma casa, vi trabajar a los dos».
¿Quiso ser arquitecta pero vino primero el magisterio?
Es que en Santa Clara no había posibilidades de estudiar Arquitectura. Estudié el bachillerato y lo que se abrió en la Universidad de las Villas fue Pedagogía. Para entonces yo tenía un título de Maestra Normalista y lo que hice fue perfeccionar y superarme en la docencia.
Mis vínculos con las Artes Plásticas empiezan cursando la Escuela Normal para Maestros, cuyos estudios compartía en las tardes y noches.
¿Qué aprendió por los caminos de la enseñanza para después plasmar en su obra?
A mí me gusta la enseñanza porque al final descubrí que uno nunca olvida la pedagogía. Empecé como maestra de dibujo en escuelas Secundarias, «y siempre fue bueno porque esos alumnos tienen otros intereses».
Hablemos de Carmelo González, primero su profesor y luego compañero de vida. ¿Él la puso en contacto con una profesión, con una técnica, con una gramática…?
Él nunca ocultó ninguno de sus conocimientos y menos a sus estudiantes. Era un maestro que le gustaba transmitir lo que sabía. Entusiasmaba. Fue Carmelo quien nos llevó a pintar a la calle y nos iba dando elementos que sirvieran para la investigación y no para aprender de memoria. En unos casos eran de tipo teórico con la finalidad de remitirnos a las bibliotecas, y otras veces nos llevaban los catálogos de lo que acontecía en La Habana: las exposiciones que se hacían, los artistas que venían, qué pasaba en el Lyceum, en las pequeñas galerías particulares, qué se traía al Museo Nacional, entre otros contenidos e iniciativas.
Esa formación ayudó mucho para después nuestra vida profesional.
Su vida no solo es su obra, sino su tiempo dedicado a Casa de las Américas, a la dirección de su Departamento de Artes Plásticas, a su trabajo mano a mano con Haydée y Mariano. ¿Qué le dejó como persona y como artista esa experiencia?
Un privilegio grande. Yo siempre digo que el privilegio mayor es haber convivido en esta época de Fidel Castro¨(1926-2016). Yo empiezo a trabajar casi en el año 59 y en Casa de las Américas en 1963; y Mariano, quien dirigía Artes Plásticas y la sección de igual manifestación en la UNEAC desde su fundación, me había pedido que fuera ayudar principalmente en la organización de los grabados pertenecientes al I Concurso de artes plásticas que hizo la Casa de las Américas, en el año 1961. Y le dije que sí.
Yo venía de trabajar en la Escuela Nacional de Arte porque he tenido el privilegio de ser fundadora de muchas cosas e iba en las mañanas a dar clases y en las tardes me concentraba entonces en Casa de las Américas.
Nunca en ese primer año ni en el segundo vi a Haydée Santamaría. En mi familia el vínculo siempre fue con Melba porque ella era de Cruces y se conocían. Pero mi madre le cosió a una prima de Haydée y mi primera conversación con ella no fue para hablar de la institución sino para escucharla preguntar «si yo era la hija de Andrea la que le cosía a Yolanda su prima». Eso era una cosa muy espontánea de Haydée.
Allí trabajé 40 años de mi vida. El 1 de Mayo de 1965 comencé oficialmente mi vida laboral en la Casa, para luego desempeñarme en la UNEAC como Secretaria de la Asociación, miembro del primer ejecutivo después del Congreso donde estuve hasta el año 69 y siempre vinculada a la organización.
En el año 2006, José Villa Soberón, entonces Presidente de Artes Plásticas, me pidió que fuera a dirigir la Galería Villa Manuela porque en el 2003 ya me había jubilado de mi vida laboral en Casa de las Américas.
Yo no quería porque quería dedicarme a mi vida artística, pero siempre he estado vinculada a las instituciones del Estado. Yo creo que soy una mujer de las instituciones, desde que creí que sabía un poquito de algo, siempre he estado vinculadas a ellas. Estuve dos años dirigiendo esa galería que es el tesorito de la UNEAC y hasta el año 2008, que en el Congreso fui elegida para presidir la Asociación de Artes Plásticas que he reiterado en los sucesivos periodos hasta la fecha.
Cuando se habla de la obra de Lesbia se remarca siempre en la nostalgia al pasado; pero su quehacer es presente también, sobre todo desde la UNEAC. ¿Cuáles son las motivaciones de su trabajo desde esa organización?
Yo creo fuertemente en mi responsabilidad social como la tienen los demás artistas. Dicen que sé dirigir, yo creo que sé dirigir (se ríe) y he estando muchos años dirigiendo. Por eso si puedo aportar algo desde la Asociación, a crear un vínculo estrecho entre las diferentes secciones, entre las diferentes maneras de hacer, entonces voy por el camino correcto.
También es mi responsabilidad enriquecer con mis ideas la institución, pensar en cómo la voy a transformar e ir haciendo mejor. «Yo creo que eso es un acto de creación tan creativo como la obra que realizo en mi taller».
Yo sé que eso te quita un tiempo para la creación artística pero también te enriquece en la medida que conoces y trabajas con artistas de Cuba, América Latina y otros países. Ese acto, además de una formación, me ofreció otra interpretación del arte y eso te va nutriendo tu obra, aunque se crea que no.
La UNEAC va camino a su X Congreso, y desde su fundación, emergió su compromiso con el destino de la cultura nacional, ¿qué debe reforzar o seguir perfeccionando desde su funcionamiento, desde los espacios de diálogo y discusión de sus miembros, para continuar enriqueciendo y apoyando la política cultural del país?
Yo creo que estar muy al tanto de lo que sucede en la sociedad. Tomar del pasado lo que sea tomable pero pensar en cómo nosotros vamos a rejuvenecer esta institución. Pensar en cómo piensan los nuevos creadores, en cómo los atraemos, cuál es la labor que se espera de nosotros porque no ha sido una institución que se ha mantenido pacífica sino que ha vivido los mismo avatares que ha vivido la sociedad, porque la UNEAC es una organización importante para todos los tiempos y tiene la responsabilidad de representar a la Revolución cubana.