Creado en: junio 27, 2021 a las 07:20 am.

Acercarnos a una creación dentro de otra creación

Cubierta cortesía de Ediciones La Luz

ERNESTO: –Pero… ¿es realmente la crítica un arte creador?
GILBERTO: – ¿Por qué no habría de serlo? Trabaja con materiales y los pone dentro
de una forma a un tiempo nueva y deleitosa. (…) En realidad, yo llamaría a la crítica
una creación dentro de una creación.
Oscar Wilde

El ensayista no investiga sino explora, escribió el rumano Adrian Marino y esa exploración, que ha sido al mismo tiempo tanteo y constatación, búsqueda de referentes y práctica, ha venido a caracterizar, en buena medida, al ensayo y también a la crítica como una vertiente de este cuando cobra la ansiada autonomía y vigor como género, dentro de la joven literatura cubana.

Si bien es cierto que desde Montaigne es un género proteico, rizomático, arbóreo, menos propenso a los planes editoriales y también menos practicado por los jóvenes autores, el ensayo –y también la crítica– ofrece las posibilidades de ser “una creación dentro de una creación”, como diría Oscar Wilde en “El crítico como artista”, resumen de sus ideas sobre el tema.

Cuando pienso en su estado y limitantes, me surgen, inevitablemente, más preguntas que respuestas. Más inquietudes que certezas. En una entrevista realizada en 2009, el narrador y dramaturgo Abilio Estévez comentaba: “Hace tiempo que no leo a ningún crítico cubano. (…) Y a propósito, ¿hay críticos cubanos?”. Aunque algo apocalíptica, la opinión de Abilio, de alguna manera existente también en parte del sector intelectual cubano, denota los vacíos y necesidad de un ejercicio crítico sobre todo el relacionado con las temáticas artístico-literarias.

¿Cuántos libros de ensayo escritos por jóvenes se publican cada año en Cuba? ¿Y cuántos salen de imprenta producto a ser ganadores de concursos (¿en los concursos de este tipo es frecuente la participación joven?) o ¿luego de ser presentados a una editorial, cuáles de ellos son realmente ensayo o crítica, o cuántos nos muestran tesis o investigaciones bajo el membrete de una colección determinada, como ensayo? ¿Por qué vías, medios, publicaciones, se visibiliza el pensamiento crítico joven hoy? ¿Ante la ausencia de los medios tradicionales, dígase sobre todo las publicaciones periódicas, la opción más idónea siguen siendo las publicaciones y plataformas digitales? ¿Qué temas investigativos les obsesionan? ¿Qué buscan, qué persiguen? ¿Ante la ausencia, cada día más palpable, de las voces de los maestros, y cierto vacío generacional intermedio, se puede hablar de un ensayismo joven en Cuba? Interrogantes que podríamos intentar, desde la suposición, responder, pero cuya respuesta importa menos que su propia capacidad para hacernos, cada cual, esas mismas preguntas.

Un ejemplo paradigmático en cuanto al ensayismo joven, por el hecho de reunir en un mismo volumen textos y voces importantes en el momento frecuentes en publicaciones y eventos de este tipo, capaces de generar un corpus que se extraña –aunque nuevas voces con sus inquietudes se suman al coro insular–, resulta Anatomía de una isla. Jóvenes ensayistas cubanos, publicado en 2015 por Ediciones La Luz, con presentación de Víctor Fowler, compilación, selección y prólogo de Reynaldo Lastre y coordinación de Sergio E. Ricardo. Paradigmático no solo por ser un muestrario de voces, sino también de temas: Dante Alighieri y Martí, la obra de Virgilio Piñera, Calvert Casey, Cabrera Infante, Antonia Eiriz, Nicolás Guillén Landrián y Roberto Friol, el reverso mítico de Elpidio Valdés, las miradas femeninas a la nación, el cine joven, videocreación, la masculinidad y los estereotipos raciales, entre otras aristas dan cuerpo a este muestrario, valioso para comprender los derroteros de una época crítica.

Sabemos que ambos, crítica y ensayo, se entrecruzan, se hibridan, beben mutuamente de las mismas aguas, y se liberan de corsés y ataduras para abrirse a la contemporaneidad que más que es válida, urge. Por suerte –y por méritos y constancia, claro– nuestro pensamiento crítico cuenta con firmas de respeto, pero todavía seguimos haciendo camino al andar, como diría Antonio Machado y confirmaría después Serrat, sería José Martí –volveremos siempre a él– quien definió paradigmáticamente a la crítica como “el ejercicio del criterio”. Y como el horizonte de una de las historias de Eduardo Galeano, ese ejercicio nos permite persistir y crecer.

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