Creado en: octubre 25, 2021 a las 09:37 am.

De la UNEAC y de los Caracoles: Víctor Buttari

Víctor Buttari

En numerosas asociaciones humanas, es tristemente común que sobresalgan nombres protagonistas, indispensables y que por los más diversos motivos dejan de mencionarse y caen en el olvido, hasta ser desconocidos entre las nuevas generaciones.

No es casual que, al indagar en la historia de la Asociación de Cine, Radio y Televisión y sus Caracoles de la Uneac seamos remitidos una y otra vez por múltiples testigos, al habanero Víctor Diwaldo Buttari Núñez (para todos: Víctor Buttari), nacido el 2 de marzo de 1937, graduado de Estudios Comerciales, de Realización y Producción de Cine Documental en la República Popular China, y de otros cursos y escuelas como la Facultad de Fotografía, Dibujo Animado, Realización Cinematográfica, Capacitación en Televisión y Vídeo.

Comenzó a trabajar en 1956 en una empresa petrolera estadounidense, y como asistente de cámara y edición en una productora de spot publicitarios. En 1959 integró el grupo de documentalistas en el canal 2 de televisión que empezaban a llamar Televisión Revolución.

En 1962 se trasladó al Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (en lo adelante, ICAIC) editando documentales científico-populares como, de ese mismo año 1962, Cerámica cubana y Pintura cubana (ambos dirigidos por Bernabé Hernández, quien escribió y produjo Cerámica… en 16 mm, 17 minutos, blanco y negro, con fotografía de Luis García, Departamento de Sonido del ICAIC, didáctico sobre técnicas y valores de la cerámica indoamericana, colonial y republicana cubanas); Luz para el futuro (dirigido por Alberto Palenque), Festival de música popular (dirigido por Bernabé Hernández, 18 minutos en 16 mm, blanco y negro, fotografía: Luis García, sonido: Raúl García; crónica de dicho festival en La Habana, agosto de 1962, aspectos de la música popular cubana); y de 1963 Abakuá (escrito, dirigido y producido por Bernabé Hernández en ICAIC, 19 minutos, 16 mm y blanco y negro, fotografía: Luis García, sonido: Raúl García, sobre la música en los ritos abakuá desde sus raíces); Oportunidades para todos (dirigido por Pastor Vega) y El tabaco.

En 1963, pasó a los Estudios Fílmicos de las FAR (en lo adelante, Ecitvfar), donde dirigió a relevantes especialistas en los documentales Cinco puntos (1963, 10 minutos, 35 mm, blanco y negro, cámara: Benito Báez, edición: Nelson Ávila, sonido: Máximo Wong, Uvigildo Sánchez; animación: Vicente Torres, Rigoberto Mitjans; vida de los guarda fronteras cubanos en la zona de la base naval de Guantánamo); Inmigración (1965, 10 minutos, 16 mm, blanco y negro; sonido: Francisco Díaz; animación: Vicente Torres; cámara: Eduardo de la Torre, Benito Báez; contrasta la vida de los que abandonan Cuba y los revolucionarios que aquí quedan); Girón (1968, 36 minutos, 16 mm, color; edición: Jorge Pérez; animación: Vicente Torres, Rigoberto Mitjans; cámara: Benito Báez, Eduardo de la Torre; espectáculo artístico de varios organismos en el VII aniversario de la victoria de Girón); Hombres de los muelles (1969, 18 minutos en 35 mm Cinemascope, blanco y negro, fotografía: Eduardo de la Torre; edición: Nelson Ávila; sonido: Uvigildo Sánchez; animación: Rigoberto Mitjans; iluminación: Rafael Mascorieto; cámara: Eduardo de la Torre; homenaje al mártir Aracelio Iglesias); El azúcar (1967, con Eduardo de la Torre, Efraín Baltazar, Francisco Álvarez, Máximo Wong, Ramón Torres, Raúl Booz, Vicente Torres); y fue productor de Nuestra meta (1964, dirigido por Antonio Ruíz); y Ajedrez (1967, dirigido por Francisco Soto Acosta, 10 minutos en 35 mm, color; edición: Nelson Ávila; sonido: Máximo Wong; iluminación: Eddy Blandy; animación: Vicente Torres; cámara: Raúl Booz, fotografía: Eduardo de la Torre), sobre el IV Torneo de Ajedrez de los Ejércitos.

En 1970, dirigió los Estudios de Cine Educacional del Ministerio de Educación (Proyecto UNESCO). Entre 1972 y 2002, dirigió para la Televisión Nacional cortometrajes de ficción y documentales: El rodeo (1971), 1974: Para vivir en comunidad (1974), La llamaban Cenicienta (1976), Arcoíris de pueblo (1980, codirector: Ángel Castro), La clave está en el Escambray (1989, serie policíaca, conductor: Sergio Corrieri). En 1987 escribió y dirigió la miniserie documental La guerra de la CIA contra Cuba. Como corresponsal de guerra, el 16 de abril de 2007 recibe la Réplica del Machete de Máximo Gómez.

Realizador de más de 180 títulos entre documentales, spot, musicales, series, largometrajes, ha recibido más de quince premios nacionales e internacionales, incluyendo un Coral por un documental para la televisión, y ha continuado como artista independiente para varias productoras de soportes publicitarios y documentales, y publicista en hoteles Meliá y Riviera; así, hizo el sonido del corto Fábula, A terra meiga (2002), y producción y sonido de la ficción La caída de las hojas, con dirección, dirección de arte y guion de Tomás Piard (1998; 17 minutos, VHS, color, productora: Arca, Nariz, Alhambre; Ad Hoc Video y TV, cine para televisión; fotografía: Pablo Massip, edición: Víctor R. Molina; reparto: Julio Quesada, Valia Valdés, Jorge Martínez, Jorge Ferdecaz, Luis Uvaldo Benítez Nariz) y del documental Mujer, alma de maravillas, de Lizette Vila (2002), cuyo eficaz vicepresidente fue en la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Uneac, en las postrimerías del siglo XX.

Pero antes lo recuerda Juana García-Abás entre “los grandes” que con tanta trayectoria, habían fundado y organizado para su ulterior inmediato crecimiento, la sección (como entonces llamaban a las hoy asociaciones) en 1977, cuando ella no pudo entrar por ser de los más jóvenes, pero sí lo rememora que los recibió a todos los nuevos ingresos en 1978, él al frente de una de las subsecciones, la de editores de audiovisuales, llamados antaño responsables, hoy presidentes; y protagonista en el equipo que hizo nacer, impulsó y desarrolló desde sus orígenes el concurso de artes mediáticas Caracol y su evento teórico, en lo que descollaría con Lizette Vila; obra de la que somos herederos para los nuevos tiempos, y que para evolucionarla, se impone comenzar redescubriendo aquellas raíces, entre las que hay nombres, como Víctor Buttari, que nunca deben sucumbir bajo el polvo aplastante del olvido.

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