Creado en: mayo 14, 2021 a las 07:41 am.

El Chino Chiong: Romper el silencio, una y otra vez (+Video)

Foto: Elio Mirand / Revista Alma Mater.

Por: Yoandry Avila Guerra

La segunda temporada de Rompiendo el silencio nos ha estremecido. En once capítulos, la teleserie dirigida por Rolando — El Chino — Chiong y por Legna Pérez Cruzata, llegó a las noches de martes de Cubavisión para visibilizar la violencia de género en todas sus aristas, incluso en aquellas que parecen ser menos perceptibles.

“!Ño, eso está duro!”, “!Qué fuerte, por Dios!”, “Gracias por mostrarlo” fueron algunos de los comentarios en redes sociales que se repetían tras cada emisión, pues los audiovisuales han propiciado el debate público acerca de temas como la homofobia, la discriminación que sufren las configuraciones familiares no heteronormativas, la violencia escolar, la violencia económica, la violación, la cosificación del cuerpo y la revictimización que pueden llegar a padecer quienes sufren violencia simbólica…

Luego de la primera temporada de la teleserie — estrenada en 2016 — , y de todo lo que les quedó en el tintero por narrar y visibilizar, el equipo creativo lo tenía bien claro: la segunda entrega debía ser más abarcadora; y dramatúrgicamente lo ha sido. También ha contado con actuaciones y una dirección actoral sólida; así como con guiones construidos desde una visión que busca desestereotipar y romper con imaginarios patriarcales. Con El Chino Chiong dialogó el equipo de Alma Mater.

¿De dónde vinieron las historias de esta segunda temporada?

“Los guiones son propios de la imaginación de los escritores. Dos de los capítulos están basados en cuentos, y hay otros inspirados en hechos reales, con la dosis de ficción que le aporta el guionista. El arte es una selección, no es la vida misma. La realidad supera a la ficción, aunque a veces nos quedamos por debajo de ella…”.

Existen creadores que se escudan en las licencias artísticas para justificar la reproducción de estereotipos patriarcales en sus obras, y obviar entonces el matiz educativo que pueda tener un audiovisual. ¿Podríamos decir que Rompiendo el silencio es una obra educativa? ¿La serie fue pensada y producida desde esa lógica?

“A la hora de enfocar un trabajo artístico de ficción no estoy para nada de acuerdo en que sea “didáctico y educativo”, porque el arte no es eso. Si haces una historia que atrape, que le mueva el piso a la gente, que les haga meditar, de tú solo ver el capítulo te educas; pues te va a llevar a la reflexión. Si lo ven en familia te va a incitar al debate y si no, cuando hables con tus amigos o te metas en las redes sociales y des tu opinión, esa retroalimentación que se provoca te hace pensar”.

Precisamente, en el ciberespacio se ha producido un intercambio constante en torno al dramatizado, tanto de público especializado como de espectadores “simples”. Las redes sociales han servido para paliar la poca promoción que, en comparación con otros productos audiovisuales de factura nacional, ha tenido Rompiendo el silencio desde espacios oficiales.

Mas, la poca divulgación de la serie y su tardío horario en la parrilla de programación televisiva — “Aurora”, el primer capítulo, se emitió casi a las 12:00 de la noche — han sido parte de la aventura del teledramatizado rumbo a su emisión; como mismo lo fueron los tres reajustes de fecha para su estreno, y los dardos que en la diana de la opinión pública hablaban de censura.

Estos desajustes de programación — refiere El Chino — provocaron ansiedad en el equipo de actores, integrado por talentosas figuras jóvenes y por estrellas de la acción cubana — dentro y fuera de la Isla — como Jacqueline Arenal, Jorge Perugorría, Tahimí Alvariño y Bárbaro Marín.

Finalmente, con Miradas sin excusas como antesala, un valioso panel de expertos en varias áreas de las Ciencias Sociales y la Medicina que ahondó en el tema central y en los subtemas de cada capítulo, se emitió la serie.

¿Participaron usted y su equipo en la realización del programa?

“No, no tuve nada que ver. Ellos decidieron hacerlo para explicarle un poco al pueblo, y prepararlo para lo que iban a enfrentar”.

¿Estuvo conforme con esa iniciativa?

“Me hubiera gustado que se pusiera al final, incluso los especialistas podrían abordar el capítulo, no revolotear por encima de él para no dar ninguna información sobre lo que pasa. Ellos tocaron los temas muy bien, hablando con sus conocimientos. Pero si yo lo hubiera hecho, me hubiera gustado después de finalizar el capítulo.

“Cuando surge el proyecto Rompiendo el silencio lo hace de esa manera, como un programa interactivo de una hora, con un presentador que daba a conocer el tema y presentaba a los especialistas. La propuesta nuestra era que estuvieran conectados los telecentros del país también con especialistas, de tal manera que tras los 45 minutos de capítulo hubiera 15 de debate interactivo”.

La falta de recursos en el sistema televisivo cubano condiciona la falta de calidad en no pocos productos nacionales. ¿Qué se necesita para realizar una serie de este tipo? ¿Los buenos resultados tienen que ver solo con asuntos técnicos, de producción y de guion? ¿Qué peso tiene el factor económico? ¿Hasta qué punto RTV ha incidido en la materialización de buenas producciones audiovisuales nacionales? ¿Se pueden seguir haciendo teleseries como Rompiendo el silencio en Cuba?

“La tecnología en la Televisión está totalmente desfasada. No tenemos el soporte para producir audiovisuales de alta calidad, pero los particulares sí los tienen. RTV ha logrado que los creadores puedan alquilar equipamiento y trabajar con buenas cámaras, óptica y sonido. Hay un dinero que se discute para que todos los elementos que confluyen en una filmación, llámese arte — escenografía, ambientación, vestuario — , puedan ser adquiridos. O sea, esa retaguardia está cubierta.

“Las condiciones no son las de Hollywood, pero las que ofrece RTV superan mucho a las de la Televisión, para hacer ficción, sobre todo. Hay series que se han producido con una calidad acorde a nuestros tiempos. Igualmente, hay un fenómeno subjetivo que influye mucho, y tiene que ver con el talento. Hay déficit de especialidades. Y hay un problema económico también: RTV paga mejor, aunque no paga al nivel de otras producciones…”.

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Foto: Elio Mirand / Revista Alma Mater.

Para El Chino Chiong, es indispensable que se genere complicidad en el set de filmación. En ese sentido, considera que la sinergia nacida de la amistad entre actores y actrices genera una empatía que reviste de manera positiva al proceso de gestación y concreción de la pieza audiovisual.

¿Cómo se escogió al elenco? ¿Se realizó un casting, o desde el proceso de escritura del guion se concibió un personaje para un actor o una actriz determinada?

“En mi caso, que escribo y dirijo mis capítulos, irremediablemente a veces uno piensa en el posible actor o actores que pudieran interpretar ese personaje. Sin embargo, en el tiempo que pasa mientras te aprueben el guion y se haga la factibilidad, quizá al momento de entrar en pre el actor en que pensaste está ocupado o en otra filmación. Es una caja de sorpresas, en ocasiones no puedes usar a quien quieres. No obstante, generalmente trabajo con quien quiero.

“Soy muy riguroso a la hora de la selección del casting. Pienso que ahí está una parte del éxito. Si no seleccionas bien a los actores puedes tener un buen guion, pero a veces la obra se resiente porque no están en el personaje.

“Me gusta trabajar con mis amigos; y si no lo son, que tengamos química, que nos caigamos bien, que haya diálogo y nos respetemos. Por eso ves que en mis elencos se repiten muchos, pero se repiten porque tienen calidad. Nadie puede decirme que los actores que yo llamo no la tienen”.

¿Qué usted le diría a quienes cuestionan que su hijo Roly haya asumido un papel protagónico en el episodio “Decisión”, de los que más expectación ha causado entre la teleaudiencia?

“Les diría que Roly no es el protagónico del capítulo, es Carlos Solar. Le ofrecí primeramente el personaje de Carlos a Roly, y a él le gustó más el otro. Además, ya había hecho un personaje muy parecido en una telenovela; incluso fue reconocido con el Premio Adolfo Llauradó por ello.

“Mi hijo se decidió por el arte. Tengo dos hijos actores y uno pintor. Si mi hijo es actor, siempre va a tener trabajo conmigo, aunque haga un personajito. Acabo de realizar un cuento donde él es, prácticamente, un extra. El protagónico no le venía bien. Soy justo con eso”.

En la sociedad cubana, patriarcal como muchas de las sociedades del mundo, Rompiendo el silencio ha venido para deconstruir imaginarios enraizados. ¿A qué estereotipos afianzados en su personalidad se enfrentó El Chino Chiong para acercarse a esta obra con las dosis de sensibilidad necesarias?

“Vengo de una formación patriarcal. He transitado por una construcción de mi personalidad, en la medida en que toqué por primera vez el suelo de la violencia de género. Tenía miles de rezagos machistas que no tengo hoy; y contra los cuales lucho, pues todavía me quedan algunos.

“Tengo una esposa que ha comprendido que en su matrimonio se iba a enfrentar a un hombre mayor que ella; con hábitos, que son lo más difícil de romper. Me ha ayudado mucho, a partir del amor y de su inteligencia, a ir apartando esos rezagos. Este fenómeno de la violencia de género es como un bicho que, cuando te pica, ya no puedes salir de él. Empiezas a ver la vida con otra mirada.

“Como creador, me fue muy difícil enfrentarme al tema y poder abordarlo desde una mirada crítica. A veces escribía cosas y las dos asesoras — Mareleen Díaz Tenorio, asesora especializada; y Marisel Pestana, asesora dramatúrgica — me decían: “Oye, ¡¿tú sabes lo que acabas de escribir?!”. Me fueron enseñando también”.

¿Fue intencional la curaduría en la consecutividad de los capítulos?

“Siempre tuvimos claro que el primer capítulo sería “Aurora”, porque sale la especialista de Género — interpretado por Claudia Álvarez — cuando el personaje de Daysi — Quintana — viene a hablar con ella, y la empieza a orientar acerca del trabajo que está realizando; y el último capítulo Con causa, pues termina con todos estos personajes que van a recibir una conferencia sobre violencia de género. Lo demás es pura dramaturgia”.

Entre los mayores conflictos expresados en los comentarios de usuarios en redes sociales radicó el relacionado con los finales de varios capítulos, algunos abiertos. Con el ancla de la verosimilitud llegaron cierres de historias como cubos de agua fría, y como muchas veces en la vida real, sin finales felices o con otros agridulces.

En “Libre” — el cuarto episodio — , Esteban — Armando Valdés — sucumbe al ciclo de la violencia y termina golpeando en el patio de la escuela Secundaria al compañero que lo hostigaba: “Ni él, ni sus padres ni la directora de la escuela encontraron el camino para prever que eso sucediera”.

Y entre los finales abiertos tenemos el de “Efugio”, donde no queda explícito si Lucía, el personaje de Irela Bravo, murió o no producto de la golpiza de su pareja; o hacia dónde lleva el camino emprendido por Soraya — Yerlín Pérez — , en “Vejación”, al liberarse del encierro al que la sometía su esposo tras ser violados ambos.

Para El Chino Chiong, “Efugio” es también la toma de conciencia de Elena — Cristina Obín — que no le creía por completo a Lucía, y recibe un mazazo al enterarse que su madre, Isabel — Cruz Pérez — , estuvo en la misma situación. Mientras, el cierre de “Vejación” con el escape de Soraya, comulga con el portazo de Nora, la protagonista de la Casa de muñecas del dramaturgo Henrik Ibsen.

““Decisión” está inspirado en hechos reales. En la primera temporada fui a filmar a una locación y me enteré de lo sucedido allí. Los hechos son parecidos a lo que aconteció en el episodio, pero el muchacho sí se suicida. Yo salvé al personaje.

“Imagínate qué difícil para mí, heterosexual y con rezagos machistas, no es que sea homofóbico pero lo fui en un momento, hacer un capítulo donde hay dos personajes varones que se enamoran, se besan y hacen el amor; y que uno de ellos lo interpreta mi hijo.

“Uno va creciendo junto con la obra. Lo importante es que te asumas como creador y que tengas la valentía para enfrentarte a estos fenómenos y tratarlos con la mayor honestidad posible, denunciando la homofobia y situaciones de este tipo”.

En video, el Chino Chiong habla sobre Rompiendo el silencio:

(Tomado de Cubadebate)

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