Creado en: marzo 24, 2024 a las 10:27 am.

El ICAIC: una institución que ha aquilatado la filmografía cubana

Firmada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en calidad de Primer Ministro, y Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación, el 24 de marzo de 1959, a poco más de dos meses del Triunfo de la Revolución Cubana, se instituyó la Ley Número 169 del Consejo de Ministros de la República de Cuba, mediante la cual se creó el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), cuyo primer presidente fue el Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de La Habana, Alfredo Guevara, también fundador, en 1979, del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

De acuerdo con el Artículo Primero de la mencionada Ley, el ICAIC surge con el fin de “organizar, establecer y desarrollar la Industria Cinematográfica, atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana, y en los fines de la Revolución…”, premisa que se ha respetado durante estas seis décadas bajo el presupuesto de que “el cine es un arte”. El breve tiempo transcurrido desde el 1 de enero de 1959 y la institucionalización de esta entidad, y unos días después, el 31 de marzo, con la creación de la Imprenta Nacional de Cuba, que dictó la política editorial del país, y al siguiente mes, el 28 de abril, el surgimiento de la Casa de las Américas, entre otras, corrobora la extraordinaria importancia conferida por el naciente gobierno a la cultura artística y literaria. Consolidado con fuerza y prestigio nacional e internacional, el ICAIC es la principal productora de largometrajes, documentales y animados en el país, y se encarga, asimismo, de dirigir la Cinemateca de Cuba, los Archivos Fílmicos, los festivales de cine, la promoción y distribución, dentro y fuera de la nación, del cine cubano; amén de la estrategia cultural que siempre lo ha caracterizado, básicamente pensada para el disfrute y enriquecimiento espiritual del pueblo.

En tal sentido vale señalar que uno de los primeros proyectos de este instituto adscrito al Ministerio de Cultura, fue la exhibición de selectas películas de la cinematografía internacional a través de la creación de las Unidades Móviles, con camiones, lanchas o mulos que llevaban la magia del séptimo arte a los lugares más apartados de la geografía insular, en los que nunca sus pobladores habían visto este arte.

Alfredo Guevara, presidente fundador del ICAIC junto a Santiago Álvarez, director del Noticiero ICAIC Latinoamericano

La fundación del ICAIC hizo realidad el anhelo de numerosos actores y cineastas que, por lo general, estaban sujetos a las coproducciones con México, de bajo costo y escaso relieve artístico; calificación en la que debieran excluirse las cintas Siete muertes a plazo fijo (1950) y Casta de roble (1953), dirigidas por Manuel Alonso, un oligarca monopolista que nucleó a su alrededor casi todos los esfuerzos de la incipiente industria cinematográfica cubana, con fines muy poco artísticos.

A principios de la década de los años 50 se fundó la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, que incluyó a varios artistas e intelectuales progresistas, muchos de estos fueron posteriormente participantes en la fundación del ICAIC. Asimismo, en 1955 Julio García Espinosa realizó el documental El Mégano, con la colaboración de Tomás Gutiérrez Alea, Alfredo Guevara y José Massip, obra de gran significado histórico y social que denuncia las deplorables condiciones de vida y trabajo de los carboneros de la Ciénaga de Zapata. Esta producción está considerada como antecedente del Cine Cubano revolucionario y uno de los que da origen al Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano.

Entre los primeros proyectos de relevancia asumidos por el ICAIC se encuentra la instauración, el 6 de febrero de 1960, de la Cinemateca de Cuba, institución cultural encargada de garantizar la protección del patrimonio cinematográfico nacional y de contribuir al desarrollo cultural cinematográfico del público; en tanto tiene entre sus objetivos principales la localización, adquisición, conservación, restauración, catalogación y exhibición de películas de interés artístico, técnico, social, histórico, político o cultural en general, así como su correspondiente documentación, relativa a toda la historia y desarrollo del cine nacional y mundial.

Otra gran iniciativa puesta en práctica ese mismo año, fue el Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por Santiago Álvarez, informativo fílmico de aproximadamente 10 min de duración que durante muchos años fue exhibido antes de la película de estreno de la semana con el propósito de mostrar a los espectadores del mundo la verdad de Cuba y América Latina. En 1960 igualmente vio la luz la Revista Cine Cubano, cuya edición se apartó totalmente del estilo comercial de las que existían con anterioridad, para dedicar sus páginas a la orientación y debate sobre las producciones de nuestro país y también de Sudamérica. Poco después se creó la Enciclopedia Popular, con cortos didácticos que obedecían a la necesidad de instruir y capacitar a los espectadores.

Asimismo, el 15 de enero de 1960 comienzan a trascender, nacional e internacionalmente, los Estudios de Animación ICAIC, institución líder en la producción de animados en Cuba, que incide en la formación y desarrollo de valores estéticos, educativos y morales, tanto de niños como de jóvenes y adultos. Casi 10 años después ocurre otro relevante acontecimiento, el nacimiento, en 1969, del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, bajo la dirección del compositor e intérprete Leo Brouwer, y a finales de la siguiente década emerge el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el evento cinematográfico más importante del continente y uno de los más prestigiosos de todo el mundo.

Antes de concluir la década de los 80, el ICAIC creó los Grupos de Creación, dirigidos por Humberto Solás, Tomás Gutiérrez Alea y Manuel Pérez Paredes, a los que se sumaron diferente realizadores; período en el que también se funda la Sección de Cine de la Asociación Hermanos Saíz; y en 1987 comienza sus sesiones la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, EICTV, y un año después la Facultad de Cine del Instituto Superior de Arte, en las que se han formado cientos de profesionales del séptimo arte, tanto de Cuba como de varios países de Latinoamérica y Europa, entre otros.

Tras la caída del campo Socialista, con la llegada de los años 90 y la intensificación de la crisis económica en Cuba, decreció marcadamente la producción cinematográfica; ante lo cual el ICAIC ideó diferentes maneras de enfrentar la insuficiencia de recursos. Entonces se asumen coproducciones y se prestan servicios técnicos a producciones extranjeras que aportarían beneficios económicos empleados en el sostenimiento de la industria cinematográfica. Buena parte del cine aficionado pasa al nivel profesional y las escuelas de cine gradúan a cineastas de elevada calificación artística y técnica; en tanto se incrementa la realización de documentales debido a la ausencia de películas virgen. Los limitados presupuestos se dedicaron a la realización de largometrajes de ficción.

Luego llegó la tecnología digital, la cual redujo los costos de producción y comienza a renacer, con cautela, la producción nacional de películas; entretanto y bajo los auspicios del ICAIC y con la intención de favorecer la creación audiovisual de los jóvenes y su posterior exhibición, surgió la Muestra del audiovisual joven. Más tarde se pusieron en marcha dos significativos proyectos: el Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in memoriam, surgido un año después del fallecimiento del extraordinario documentalista, ocurrido el 20 de mayo de 1998. Su propósito fundamental ha sido, desde entonces, estimular la realización y divulgación de este género y enriquecer la memoria histórica, social y cultural de los pueblos. Vale reconocer que el ICAIC ha sido una gran escuela —desde su experiencia institucional y sus producciones cinematográficas— para cientos de personas involucradas en la realización del audiovisual en Cuba y en otros muchos países de diferentes latitudes, muchos de los cuales han realizado una brillante carrera laureada en numerosos festivales internacionales; gestión en la que igualmente se destaca el apoyo brindado por este instituto a las cinematografías emergentes o menos desarrolladas. Asimismo, su cooperación al desarrollo de varias productoras de la región del Caribe, Centroamérica y Sudamérica, ha sido de incalculable valía.

Sería imposible enumerar todos los aportes que a la cultura cubana y Latinoamericana ha hecho el ICAIC durante estos 65 años de existencia, marcados por retos, limitaciones y carencias que ha sabido afrontar e, incluso, proponerse nuevos y mayores retos.

Este año, en celebración de la efeméride, la emblemática institución de la cultura cubana, según su presidente Alexis Triana Hernández, volverá “a tomar las calles, volver a llevar el cine a las comunidades, pero jerarquizando nuestras salas de cine, jerarquizando nuestra producción nacional; aspirando a tener un Festival Nacional del Cine Cubano, que creemos este país merece”.

Como parte del aniversario, en todo el país se realiza —hasta el próximo 31 de marzo— la jornada Fiesta por el cine cubano. En el jolgorio conmemorativo participan diferentes entidades de la cultura, como el Conjunto Folklórico Nacional, el Ballet Nacional de Cuba y el Instituto Cubano del Libro y en los principales cines de la capital se exhibirán cortos, largometrajes y documentales de producción nacional, en tanto se producirán estrenos y ciclos temáticos. Merecido homenaje a una institución que ha aquilatado la filmografía cubana en estos 65 años de duro bregar.

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