Creado en: junio 25, 2021 a las 07:17 am.

Las palabras tienen poder, pero su impacto, dependerá del alma del portador

Foto cortesía del entrevistado

Milho Montenegro(Alain Santana López,La Habana, 1982) es poeta, narrador y periodista, psicólogo de profesión graduado por la Universidad de La Habana.  Ha sido ganador de diversos premios y reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos: Premio en el I Concurso Internacional de Cuento Breve Literatura Fantástica, Premio Nacional de Poesía Pinos Nuevos, Premio Beca de Creación Prometeo en el XXII, Premio de Poesía La Gaceta de Cuba, 2​ Premios Nacionales de Poesía de Amor.

Vive entregado a la literatura y su obra ha trascendido las fronteras de la isla a Estados Unidos, Uruguay, Italia, Guatemala y España, ha sido traducida al inglés y al italiano. Dentro de sus libros publicados destaca: Rostros de ciudad, Muchachas que llegan con la nocheMuchachos que no merecí, Erosiones y Los sutiles vástagos.

Conversamos con Milho a propósito de sus más recientes publicaciones por la editorial  DMcPherson, sus dos libros: Las inocentes y Ágora.

“Cada cual, desde sus realidades, debe gestar sus propias soluciones, sus propias estrategias para sobrevivir(se)”, nos refiere con firmeza y se propone así mismo: “no perder jamás la espiritualidad. Habiendo perdido esto, ¿qué me quedará entonces?” se pregunta.

Ha sido un gran placer que me haya concedido esta entrevista. Agradezco la prontitud de sus respuestas y el tiempo dedicado.

Recientemente han sido publicados por la editorial DECO Mc Pherson S.A tus libros: “Las inocentes” y “Ágora” ¿puedes comentarle a los lectores que encontrarán en estas obras?

Las inocentes y Ágora son dos libros que, aunque de géneros diferentes, ambos están interconectados por una misma intención, una misma dramaturgia donde sus personajes, tan reales y vivísimos, encuentran un espacio, una plataforma en que (se) hacen visibles realidades y problemáticas muy ligadas a la marginación, al rechazo, el bulling y la descentralización de sus existencias, impuestas por los rígidos arquetipos de nuestras sociedades, que ponderan determinados cánones con los cuales muchas personas no pueden —o no quieren— asumir como un estilo de vida, o como norma que rija sus conductas y sus percepciones de sí mismos y del mundo.   

En ambos cuadernos pulsan voces que, desde la narrativa o lo poemático, insisten en dialogar sobre esos individuos vulnerables, marginados y marginales, que aún hoy enfrentan la anulación de sus derechos, de sus espacios e idiosincrasias a un nivel individual, y también grupal.

¿Cómo ha sido tu experiencia con esta editorial? ¿Qué opinas de su labor?  

DMcPherson Editorial es una casa donde uno puede y llega a sentirse como en familia. Hay un trato digno y respetuoso para con el autor y su obra. El equipo de trabajo es muy profesional, entregado a alcanzar la mayor calidad posible en todas las esferas que componen el “hacer un libro”. En mi caso personal, ha sido la experiencia editorial más placentera y enriquecedora que he vivenciado como escritor.

Ambos libros, Las inocentes y Ágora, son resultado de un diálogo ameno, franco y permeado —siempre— por una eticidad, que han resultado en estas obras con las que me siento totalmente satisfecho. Hoy puedo decir que Sandra González, mi editora, ha pasado a ser una amiga a la cual agradezco cada señalamiento, cada aprendizaje y su nobleza y humildad las llevo conmigo.

¿Recuerdas el primer texto que escribiste? ¿Cuál es tu primera publicación? ¿Háblanos brevemente sobre tus obras publicadas y los premios obtenidos?

El primer poema, de mi primer libro Rostros de ciudad, habla sobre un mendigo. Fue publicado en 2015 por Ediciones Montecallado, como resultado de haber obtenido Mención en el Premio de Poesía Félix Pita Rodríguez, aunque antes había resultado Primera Mención en el Premio David de Poesía en el año 2012. Desde entonces, ya Milho Montenegro tenía claro por cuales senderos enfocaría sus discursos, sus intenciones escriturales. Claro está que, desde aquel libro hasta Ágora, mucho ha acontecido en cuanto a pensamiento y madurez.

Los premios son circunstanciales, responden a muchas causas, incluso ajenas a la obra premiada y a su calidad. Es cierto que los premios te “ubican” en el panorama, hace que se volteen las miradas hacia ti, y que tu nombre ¿brille? al menos un poco. También, cómo negarlo, fortalece tu autoestima y permite que tus textos, gracias a la publicación, lleguen a determinado número de lectores. Más allá de todo esto, lo que verdaderamente importa es la constancia, el aporte a tu propia obra con cada libro publicado: los premios son efímeros, pero la obra, tu trabajo es lo que queda.

¿Cuáles son tus escritores fundamentales, los que en tu opinión han marcado tu obra? ¿Cuál fue el primer libro que te impactó y por qué?

Como la escritura misma, mis autores “preferidos” han sido circunstanciales, y han ido variando en la medida que también ha variado mi vida. Al margen de esto, no puedo dejar de mencionar a Dulce María Loynaz. Su poética es sublime, certera, y desde que la descubrí no la aparto de mí. Otros nombres serían Fina García Marruz, Cleva Solís, Virgilio Piñera, Laura Ruiz Montes, Legna Rodríguez Iglesias… También, fuera del cielo nacional, casi siempre regreso a Pedro Salinas, Samuel Becket, Czeslaw Milosz, Robert Hass y Allen Ginsberg.

¿Qué te da miedo?  ¿Qué es lo que más te enfurece? ¿A tu juicio cual es la palabra más peligrosa? ¿Cuál la más esperanzadora?

Nada, salvo la mentira. Lo mismo viniendo de mí, que de otros, solo me abruma la falsedad. Las palabras peligrosas son aquellas que influyen en las maneras de pensar, de entender y percibir la realidad y sus fenómenos con veneno, con oscuridad y desde el lugar de la no aceptación, del extremismo. Las palabras tienen poder, pero su impacto, su eficacia, su manera de accionar dependerá del alma del portador.

La palabra más esperanzadora es aquella que construye, que ofrece alternativas, que incluye desde lo justo. Es esa que salva, la que nos salva incluso de nosotros mismos.

¿Qué nos aconsejarías en estos difíciles momentos que estamos viviendo a causa de la pandemia? ¿Un libro? 

Cada cual, desde sus realidades, debe gestar sus propias soluciones, sus propias estrategias para sobrevivir(se). Desde esta certeza, solo me atrevo a aconsejarme a mí mismo: no perder jamás la espiritualidad. Habiendo perdido esto, ¿qué me quedará entonces?

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