Creado en: junio 19, 2021 a las 12:01 am.

Trascendencia de «Versos libres» en la mirada de Roberto González Echevarría

Entre los poemas de Versos libres más ampliamente reconocidos y valorados en su rico acervo se encuentra “Amor de Ciudad Grande”. Este, amén de haber sido recogido en multitud de antologías y haber sido señalada la condición egregia de su expresividad, no había sido objeto de estudio puntual hasta principios de la década de los ochenta cuando Roberto González Echevarría le dedica un singular e importante ensayo[i] dentro de los dedicados al libro en tantos años de recepción.

El crítico cubano, radicado en los Estados Unidos, en el trabajo referido comienza señalando las diferencias de la poesía en la época de la Modernidad con respecto a la de la época clásica, a partir del concepto de poética, porque: “la Modernidad ha abandonado la poética como categoría autónoma que marca un lenguaje y dicta sus reglas”[ii] Sin embargo la poética del clasicismo sustentaba “la entrada al poema de cada uno de “aquellos poetas” siempre de la mano de un Virgilio que encarnaba una poética. Esa poética no sólo prescribía reglas de versificación, sino que definía las fronteras del lenguaje poético. Entonces González Echevarría construye un código para aplicar al verdadero poeta moderno, que es el que logra establecer una “tensión […] entre el vacío del lenguaje y la producción del poema. Sentimos, al leer los grandes poemas modernos, que queda en ellos una sensación de inestabilidad, de insuficiencia”; y continúa ensanchando la diferenciación entre el concepto de poética en la Modernidad y el concepto de la poética clasicista. En ese sentido afirma que en la Modernidad el “poema no es en sí su propia poética sino que la poética queda como la cuerda por la que el yo lírico ha sorteado la falla que lo separaba de la poesía”, y rápidamente marca pautas a los acercamientos poéticos contemporáneos cuando proclama: “Al comentar un poema moderno, si somos fieles a él, no podemos sino esbozar el mismo gesto; no repetir el poema haciéndonos eco de sus temas, sino rescatar su poética, su razón de ser  poema –“

Las ideas hasta ahora vertidas son el preámbulo del ensayista a una reflexión, que resume las sendas del pensamiento de muchos estudiosos de Versos libres, que va llenando un vacío de intensidad: el lugar agudo que hubiera ocupado el libro de haber visto la luz. Así, cuestionado por los secretos motivos que llevaron a Martí a no publicar el libro, el crítico se lanza a describir el fundamento de una compleja contradicción entre el Martí moderno de Versos libres y el Modernismo:

Si el Modernismo creó una poesía urbana y cosmopolita, pero que paradójicamente pretendía manifestar la coherencia rítmica natural del cosmos, Versos libres es una ruptura – en la ciudad martiana, los objetos se metamorfosean, o vuelan desasidos, desprendidos del lugar que les confiere sentido en la urbe cosmopolita – Para ello tuvo Martí que renunciar, con gesto típico moderno ( no modernista) a la mitología poética del Romanticismo, que asignaba a la continuidad entre espíritu y naturaleza el papel de pretexto, de lenguaje anterior al poema. Tal renuncia hace de Versos libres una obra condenada a la imperfección y la deficiencia, mientras que la poesía modernista – que había hecho del mundo artificial de la ciudad, pletórico de productos «finos» de la industria incipiente, manufacturados a base de materias primas importadas por el crecimiento del colonialismo, una segunda naturaleza – ostentaba el lustre de la perfección.[iii]

Seguidamente se dedica a describir la naturaleza híbrida del prólogo a Versos libres, donde los elementos románticos se entrelazan a los elementos de la modernidad. Asistimos entonces a una singular interpretación de la idea martiana en el preámbulo al cuaderno: “El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo y al envainarla en el sol se rompe en alas”, centro medular de su poética, y al reconocimiento de la apoyatura de Martí en los mitos y su transgresión sutil:

La imagen que emplea aquí Martí – que evoca los mitos de Faetón e Icaro – manifiesta todo el drama que se desarrolla en Versos libres. El vuelo de Faetón hacia Helios, su padre, no resulta de una hubris juvenil, sino de una agresión, como la de Ulises clavando el palo encendido en el ojo de Polifemo. La acometida del guerrero es un retorno enceguecedor de la imagen – al sol, fuente de luz y ley, trono áureo de la imago. La metamorfosis de Faetón e Icaro sugerida por las alas indica la derrota, la fragmentación de la imagen en imágenes: la paradoja de que la fuente de claridad borre por exceso de luz los contornos de lo visible, y deje la palabra desnuda de referente y significación.[iv]

Roberto González Echevarría. / Foto tomada de Internet

Echevarría termina la cita con una sutil asociación que vincula la imagen martiana a las ideas más contemporáneas sobre la poesía y el lenguaje, y describe singularmente la contradicción que refleja Versos libres: “Ascenso de Faetón, caída de Icaro, la poética de Versos libres surge de la tensión entre un lenguaje apegado a la tierra, mimético, y de otro alegórico, que significa solo en función de la palabra misma.” Esta última idea no se la “he oído” a otro crítico, fijémonos en que no opone lo terrenal a lo celestial, que no se significa demasiado el orden ascendente del cosmos en la concepción de Martí, sino que se insiste en develar, hasta donde permite el pensamiento entrar en la imagen poética, su concepto de la poesía, arribando así, tras parcelaciones explicativas entre lo romántico y lo moderno, al espacio único de la misma. Guiado por esa dialéctica el estudioso se da a la tarea de ubicar el poema en el cual se repite el doble movimiento, en tensión que se verifica en “Mis versos”, que no es otro que “Amor de Ciudad Grande”, donde, a idea de Echevarría, “proliferan las imágenes de ese tiempo dislocado y vertiginoso en que se despliega el lenguaje”. La tesis del crítico en el ensayo se basa en que dicho poema dramatiza “su propia meditación sobre un vacío que pronto se ve poblado por su propio lenguaje. Temáticamente la ciudad representa ese lenguaje. El vacío antes del poema es el mundo anterior a la caída, la ciudad es el mundo postedénico, babélico […] En el ámbito urbano no hay distinción entre el interior y el exterior; todo es una masa informe, sin posible articulación”.

Echevarría da cualidades metapoéticas al texto que intenta crear un lenguaje en la fragmentación, por lo que afirma que “la única articulación posible, la única armonía, es la que existe entre la disgregación del mundo que le rodea y la del propio lenguaje poético […] La elección no es entre uno y otro, sino entre ese lenguaje babélico que los confunde y otro que está más allá de ambos. La «ventura» consistirá en la integración que se logre, una vez consignada la naturaleza discorde de estos «tiempos».”

Vemos entonces que el crítico se ha lanzado a un arriesgado ejercicio receptivo, contemporizando los preceptos poéticos transgresores martianos con la estética de la postmodernidad y su contradictoria concepción del vacío como lenguaje, y el lenguaje como vacío, del mundo como lenguaje. El estudioso concluye su ensayo diciendo de forma original lo que otros críticos de Versos libres: ”La poética de Versos libres se resuelve en Dos Ríos, donde Martí, con su elocuente muerte, da sentido y trascendencia ultima a su vida y su obra. No ver la relación que existe entre la muerte – y la vida – de Martí y su poética es cegarse a lo más revolucionario de esta, Martí es el único poeta moderno en que se da la integración necesaria para la ventura de que hablaba Coleridge.” En el discurso de González Echevarría la poesía martiana es un sustento al que se le aplican ecos, rodeado de circulaciones inevitables que tienen como causa y no como consecuencia la condición de gran escritor de Martí, de escritor de la Modernidad. Por eso su estudio receptivo, aunque levemente inclinado a las concatenaciones del pensamiento teórico postmoderno es legítimo y fructuoso.

González Echevarría pone punto final a su trabajo esbozando la «razón poética del libro», la cual “parece ser la negación de ese pretexto que determina el poema, que lo precede y sirve de norma lingüística o prescripción formal. «Versos libres» debe tomarse entonces como oxímoron, dialéctica entre la armonía y la disgregación, que en su acoplamiento constituyen la poesía”.[v]


[i]  Roberto González Echevarría. “Martí y su “Amor de Ciudad Grande”: Notas hacia la poética de Versos libres” en Isla a su vuelo fugitiva. Ensayos críticos sobre literatura Hispanoamericana. Ediciones José Porrúa Turanzas S.A., Madrid, 1983, p. 27 – 42. Aparece también en Nuevos Asedios al Modernismo, Taurus Ediciones, Madrid, 1987, p. 160 – 173.

[ii]  Ob. Cit. p.27.

[iii]  Ob. Cit. p. 30.

[iv]  Ob. Cit. p. 31 – 32. Esta interpretación tan puntual del empleo de mitos en el prólogo al libro es un hallazgo novedoso dentro de las variados y numerosos acercamientos a Versos libres

[v]  Ob. Cit. p. 42.

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