Creado en: febrero 25, 2021 a las 08:02 am.

Un fresco, la bandera y el Padre Diego José, en el amor infinito a Cuba

Diego José nació en el seno de una familia acomodada en la villa San Salvador de Bayamo en 1778, hijo de Don Simón Baptista y Ayala, notario archivista de la Curia eclesiástica y Doña María de la Concepción Ramírez. Una tarja de mármol ubica la morada natal en la actual calle José Martí, antes San Juan.

El padre Baptista pasa a la historia con expediente de insurrecto e independentista. También como hombre de gran inteligencia, sensibilidad, compromiso con su Patria y eminente orador. Gran aprecio sienten por él las familias bayamesas, por su acertada dirección espiritual, devoción por enfermos, sufridos y pobres. De la tradición oral llegan hasta nuestros días su amabilidad y patriotismo, el tomar partido por el independentismo.

Bajo su égida fue interprerada la música de La Bayamesa de Perucho Figueredo en el Te Deum, en junio de 1868, frente a lo más rancio del gobierno militar español en Bayamo. La marcha, orquestada por el maestro Manuel Muñoz e interprerada como música sacra, contó con la anuencia del Padre Baptista que bien sabía de qué se trataba.

El 8 de noviembre de 1868 a pocos días de establecerse en Bayamo el gobierno revolucionario independentista, en el atrio de la Parroquial mayor, doce jovencitas  cantaron la letra de aquella marcha que pudo costar prisión a su autor y a los intérpreres. Otra vez el sacerdote Diego José facilitando la expresión del pueblo, el acto religioso del Te Deum, para celebrar el triunfo de la toma de la ciudad y bendecir el atributo cespediano.

Del momento dejó constancia el artista  dominicano Luis Desangles, quién llevara al lienzo el acontecimiento, obra ubicada en la actual Catedral del Santísimo Salvador como huella de la rebeldía y valor del pueblo cubano y del amor por los suyos del sacerdote Diego José Baptista, religioso y patriota bayamés.

A las diez de la mañana de aquel 8 del mes onceno comenzó la ceremonia, donde los bayameses no cabían en la iglesia y repletas se encontraban las calles aledañas, ante la necesidad de ser testigos de un acontecimiento sin precedentes.

En el templo, engalanado con guirnaldas, hombres y mujeres llevaban lazos con colores rojo, azul y blanco atados, todos ansiosos por el momento en que el Padre Diego José Batista procediera a bendecir la bandera y la entregara en las manos de Carlos Manuel de Céspedes, investido con las insignias de Capitán General de la República de Cuba en armas,  ante su estado mayor.

Lágrimas corren por los rostros de hombres y mujeres en el glorioso momento. Se acuña el deseo de libertad y el compromiso ineludible de pelear por ella.

Desde el púlpito de la iglesia de Bayamo el Padre Baptista abogó por la lucha armada contra el Gobierno español. Durante las procesiones evidenciaba su amor al pueblo y a los símbolos creados por los criollos. Muchas veces enfrentó la furia de las autoridades coloniales por la manera en que el Padre Baptista los amonestaba públicamente ante cualquier falta con los preceptos canónicos.

Murió el día de San Valentín quién en vida había amado extraordinariamente a Dios, al prójimo, a Cuba y la libertad de su pueblo. Dejó de respirar el 14 de febrero de 1876 en Santiago de Cuba, el sacerdote bayamés Diego José Baptista y Ramírez, en la ciudad a donde fue desterrado por infidente luego de la quema patriótica de Bayamo el 12 de enero de 1869 por el Conde de Valmaseda, quién ordenó el traslado del prelado de 90 años, con pretención de radicarle causa criminal por hechos relacionados con la Revolución de 1868, pero sabían que condenarlo traería consecuencias muy negativas, debido al prestigio ganado por el anciano sacerdote entre el clero y la feligresía.

Una calle bayamesa que desemboca en la Plaza del Himno y el sitio donde bendijera la bandera tricolor, lleva el nombre del nonagenario sacerdote cubano. Eterno agradecimiento de su pueblo.

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