Creado en: noviembre 30, 2021 a las 09:46 am.

El poeta y el combate de Atollaosa

Por norma la poesía tiende a abarcar pasiones e impulsos del espíritu, pero raramente acontecimientos o detalles de lo ocurrido, más bien la decisión que llevó al hecho. Aquellas descripciones de paladines y combates han ido pasando a una especie de arqueología de la poesía a asuntos más de historiadores que las coleccionan para conocer detalles de la vida de tiempos remotos. Por lo que fuimos sorprendidos gratamente por el poema Al combate de Atollaosa de Antonio Hurtado del Valle. Este poeta mambí rompe con la tradición de la poesía de evitar descripciones de detalles más a propósito para la pluma del cronista y nos ofrece un minusioso relato que junto al impulso épico que le da entra en pormenores que hoy mucho dicen al historiador militar para determinar asuntos como la decisión de cargar al machete o el número de contendientes.

Hurtado tenía todas las razones para conocer detalles del referido combate, pues era miembro de las fuerzas libertadoras que lucharon en Las Villlas contra el dominio colonial, murió en los campos insurrectos el 7 de junio de 1875 con el grado de capitán. Todo parece indicar que tomó parte en aquella acción o recibió una detallada narración de primera mano.

El combate de Atollaosa se libró en julio de 1870 en una finca situada a unos 40 kilómetros de Sancti Spíritus en Las Villas. Las fuerzas cubanas estaban dirigidas por el coronel José Payán mientras las tropas hispanas pertenecían al regimiento Tarragona, sumaban unos 350 efectivos. El combate está tan detalladamente descrito por el poeta que sobran los criterios del historiador.

Hurtado tuvo la delicadesa de reconocer a las grandes olvidadas de la guerra las mujeres y la celebración de estas por la victoria. Sin más dejemos al poeta mambí que nos brinde los detalles del encuentro y los impulsos de los insurrectos, así como la alegría contagiosa de las insurrectas. Hemos escrito breves notas a pié de página para resaltar lo interesante que nos ofrece esta poesía para los estudiosos. Rindamos tributo a esa generación de bardos que dieron su poesía y su vida por la independencia de Cuba muy en especial a Antonio Hurtado del Valle que en este año se conmemoran 180 años de su nacimiento.

AL COMBATE DE ATOLLAOSA.
Cual rápido torbellino
o como arrasante tromba,
andaba allá por el Jíbaro
una columna española,
que operando impunemente
asolaba aquella costa,
y a las familias tenía
en una eterna zozobra:
compónela los trescientos
soldados de Tarragona
que pelearon como fieras
en las trinitarias lomas,
y les precede la fama
de una bravura asombrosa,
y una astucia consumada
para asaltar nuestras postas;
ya los bosques no respeta,
ni los ríos, ni las rocas,
que por doquiera se extiende,
que nada su marcha estorba,
Bajó hacia el sur casualmente
nuestra Brigada gloriosa,
y penetramos en una
vereda obscura y angosta.

¡El enemigo!.- anunciaron:

¿A qué distancia?
– Muy corta!
Y Payán sobre la izquierda
a la infantería embosca,
Mientras que Dorado activo,
su bravo escuadrón de monta,
encargado del flanqueo
en posición se coloca.
Éramos también trescientos,
mal armados- dura cosa_
delante de un enemigo
que rifle Rémington porta;
mas si nos falta armamento,
fe y entusiasmo nos sobran
para batir á unos vándalos
que a las familias acosan;
silencio, pleno silencio
sigue a nuestra maniobra,
que se acercan los contrarios
y sorprenderlos importa.
Entran en fin en aquella
vereda obscura y angosta,
y se da la voz de ¡fuego!:
descargas atronadoras
se suceden; las cornetas
a la par degüello tocan,
y sólo se oyen clamores,
sólo se respira pólvora;
espesa nube de humo
envuelve la línea toda,
que se hace un fuego nutrido
y el combate se prolonga.
Parapetados pelean los bravos de Tarragona,
que en árboles corpulentos
hallan trincheras famosas:
¡no así los nuestros, que van
sobre la tropa española
con el pecho descubierto
en busca de la victoria!
Ya sale de nuestras filas la voz: ¡el parque se agota!;
¡pues al machete!, gritamos
todos con voz estentórea,
y cual se lanza a la playa
una resonante ola
que impelida por el viento
salta las ásperas rocas,
así la cubana gente
avanza, avanza furiosa
sobre la línea de fuego
de aquella aguerrida tropa.
Toca fuego en retirada
ya la corneta española,
cobardes que tanto temen
al filo de nuestras hojas:
armas, acémilas, parque,
en confusión abandonan,
y como nuestros muchachos
les van quedando la ropa,
a escape, tocan de nuevo,
y hacia una trinchera próxima,
huyen por medio del bosque
los bravos de Tarragona.
Las insurrectas cubanas
con la nueva se alborozan,
y cantan de esta manera
en sus recónditas chozas:
Tejamos todas, amigas,
a los cubanos coronas,
que acaban de hacerse dignos
del amor de las criollas.
¡Que viva la Patria! Aquella
fuerte columna española
que en continuas correrías
era el coco de nosotras,
aquellos hombres audaces
que iban profanando chozas
por llevarse a las mujeres
presas a pobladas zonas,
se batieron con los nuestros
en montes de Atollaosa,
y huyeron cono lebreles
los bravos de Tarragoa!

Sancti Spíritus, 1870.

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