Creado en: marzo 7, 2021 a las 05:24 pm.

Gabriel García Márquez: El cine debe ser humano

Desde su inauguración, la Fundación de Nuevo cine Latinoamericano se apropió de esa visión descolonizadora del audiovisual en la región.

Entre 1952 y 1955, cuatro de los que hoy estamos a bordo de este barco estudiábamos en el Centro Experimental de Cinematografía de Roma: Julio García Espinosa, Vice-Ministro de Cultura para el Cine, Fernando Birri, gran papá del Nuevo Cine Latinoamericano, Tomás Gutiérrez Alea, uno de sus orfebres más notables, y yo, que entonces no quería nada más en esta vida que ser el Director de Cine que nunca fui. Ya desde entonces hablábamos casi tanto como hoy del cine que había que hacer en América Latina, y de cómo había que hacerlo (…) Pero sobre todo, ya desde entonces teníamos conciencia de que el cine de América Latina, si en realidad quería ser, sólo podía ser uno. El hecho de que esta tarde sigamos aquí, hablando de lo mismo como loquitos con el mismo tema después de treinta años, y que estén con nosotros hablando de lo mismo tantos latinoamericanos de todas partes y de generaciones distintas, quisiera señalarlo como una prueba más del poder impositivo de una idea indestructible.

Esta es la casa de ustedes, la casa de todos, a la cual lo único que le falta para ser completa es un letrero que se vea en todo el mundo, y que diga con letras urgentes: “Se aceptan donaciones”

  Gabriel García Márquez en la inauguración de la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano, 4 de diciembre de 1985.

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El colombiano siempre recordaría los días en el Centro Experimental de Cinematografía en Roma. Fue escogido como tercer asistente del director Alexandro Blasetti en la película Lástima que sea un canalla. Sin embargo, la idea de conocer a la primera actriz, Sofía Loren, y aprender los gajes del oficio, terminó frustrada por la única responsabilidad que tuvo durante más de un mes: sostener una cuerda en la esquina para que no pasaran los curiosos.

Este 2021 cumpliría 94 años el Premio Nobel de Literatura 1982. El cine atravesó de una manera u otra toda la existencia del Gabo, aun cuando no cumplió el sueño de ser un gran director de cine.

De su incursión al séptimo arte quedarían: la realización del cortometraje surrealista La langosta Azul (1954), los guiones en importantes producciones mexicanas como El gallo de Oro (1964) y Tiempo de morir (1966), la actuación En este pueblo no hay ladrones, junto a Luis Buñuel, Juan Rulfo y Carlos Monsiváis. García Márquez fue un crítico de cine prestigioso en Colombia y posteriormente de América Latina.

Sin embargo, en Cuba comenzó a materializar aquel sueño de construir un universo cinematográfico común para los pueblos de América Latina, uno que se caracterizara por el sentido humano y la búsqueda de la identidad nacional y regional.

Inauguración de la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano con la presencia de Fidel Castro y Armando Hart Dávalos ( Foto tomada del archivo de la FNCL)

Bien lo sabe Alquimia Peña, actual directora de la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano, que dirigiera García Márquez. Para ella, fue una sorpresa trabajar en aquel proyecto integracionista que vio crecer desde sus años fundacionales. Cuando conoció al Gabo todavía albergaba la imagen de Cien Años de Soledad, el primer libro que estudió en la carrera de Historia del Arte. Con el tiempo lo supo exigente y humano, jaranero y respetuoso.

¿Cuál era la situación real del cine en el momento que se inaugura la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano?

El cine latinoamericano floreció en los años 30 y 40, junto a otras manifestaciones que tuvieron un auge enorme, permanente hasta nuestros días. Después el cine atravesó una etapa de depresión, existía una situación difícil por las dictaduras militares. Los cineastas estaban exiliados, otros incógnitos en sus países.

La Fundación también fue resultado del Movimiento de Nuevo Cine Latinoamericano. Este desarrolla un cine marcado por sus raíces, apegado a la cultura de la región, el rescate de los imaginarios, la diversidad. Es un cine de las luchas sociales de los 60 fundamentalmente. La década del 70 se caracteriza por las dictaduras, algunas ya venían, otras surgieron en ese periodo.

Como una derivación de ese grupo, surge el Comité de Cineastas de América Latina (C-CAL). Aunque habían coincidido en otras ocasiones, el Festival Viñas del Mar, en 1965 y 1969, marcó el inicio para mirarse a los ojos, conocerse más de cerca. Luego vino Caracas en 1974. Este comité es el que constituye la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano (FNCL). Entre los fundadores estuvieron Fernando Birri, Gabriel García Márquez, Julio García Espinosa, Alfredo Guevara, Titón, Miguel Litín, entre tantos otros.

De izquierda a derecha: Gabriel García Márquez, Fidel Castro y Fernando Birri ( Foto de Mario Ferrer tomada del periódico Granma)

El cine de entonces era de distribución muy limitada, controlado por las transnacionales. Ahora no es muy diferente de entonces, recrudecido por el control de la distribución y las Tecnologías de la Información y la Comunicación.

A partir de 1979 el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano constituye el espacio de la cinematografía nacional y regional, una interconexión entre los cineastas. Era una producción muy baja, había regiones que no existían como Centroamérica, países del Sur como Paraguay, Uruguay. La Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano fue resultado de la política cultural de la Revolución, la visión de Fidel sobre la trascendencia del cine, su importancia estratégica como parte de las luchas en el campo de la integración contra la colonización cultural.

¿En qué medida la visión del Gabo influyó en aquel Movimiento de Nuevo Cine Latinoamericano?

Una de las primeras críticas cinematográficas del Gabo fue sobre el filme italiano Ladrones de Bicicleta. Dijo que aquella era la película más humana que se había visto, uno de esos calificativos rotundos que él solía hacer. García Márquez estuvo muy influenciado por el neorrealismo italiano. Y cuando se crea la Fundación, él empieza a trabajar en pro de la cinematografía de este continente, buscaba justamente ese cine humano, hecho con pocos  recursos, pero sensible. Siempre tuvo esa idea muy clara, de un cine diferente, con una profundidad cultural propia de nuestros pueblos. Se apropiaron de esa visión instituciones como la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano, la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano.

Cuando Gabriel comenzó como periodista, su crítica de cine no era la predominante. No partía de un punto de vista conceptual, sino de la necesidad de ver otros cines y los nuestros. Eso fue en el período de los años 40 y 50. También estuvo relacionado con la memoria, el patrimonio fílmico.

Él deja para el cine latinoamericano y caribeño su aporte más generoso con la cinematografía, fue más de un cuarto de siglo al frente de la Fundación. La realización como maestro la disfrutó mucho, los talleres ¿Cómo se cuenta un cuento? Llegó a dedicarle más tiempo al cine y los proyectos alrededor que apenas escribía. Eso preocupó a muchas personas, su biógrafo lo señala también. Pero lo hizo con aquel sentido de crear, hacer. Generó no solamente instituciones de la sociedad civil, se consagró como un gran gestor cultural de la región.

La FNCL fue fundada el 4 de diciembre de 1985 por el Comité de Cineastas de América Latina, bajo el impulso del líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y el escritor colombiano Gabriel García Márquez. (Foto tomada del muro de Facebook de Lola Calviño)

¿De qué manera la FNCL comienza a materializar ese sueño de un universo cinematográfico común?

El primer año fue la confección de muchos proyectos. Inicialmente, para lo que fue formación y capacitación, se concibió la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, en su momento la más importantes en la preparación de realizadores de la región y el mundo.  Después se comenzaron a hacer series, estudios. Todo aquello significaba también establecer relaciones directas con creadores, cineastas, archivos, técnicos de archivos, investigadores, profesores, los participantes de esos talleres, algunos venían de África, países del Tercer Mundo.   

Las líneas de formación se fueron extendiendo a partir de vínculos con otras universidades, un proceso expansionista que venía gestándose desde el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano. Fue una explosión de conocimientos, concertación de proyectos entre diferentes países. El concepto de integración, desde el principio fue uno de los objetivos fundamentales. De una manera inédita se fue ampliando ese universo audiovisual.    

¿Cómo se contaba un cuento con Gabriel García Márquez?

La dinámica era armar un cuento para hacer una película, una obra. Eso él lo hizo no solamente en la escuela de cine, sino también en México. Allí, como parte de una extensión de la Fundación, se crearon otros talleres con Producciones Amaranta. Quizás disfrutó más la relación con los jóvenes cineastas porque toda conversación giraba en torno a ideas alrededor del cine. Invitaban a otros realizadores, grandes amigos como Ruy Guerra y Lisandro Duque.

Ahí también perfilaba sus cuentos. La serie Amores Difíciles, basada en sus obras, estuvo bajo la responsabilidad de seis realizadores, de seis países diferentes, equipos interrelacionados. Esos guiones los discutía con Lichi Diego, que trabajaba con él en los talleres. Eso sí, una vez que lo empezaban a hacer ya no intervenía. Veía el resultado final de la producción y la realización. Era muy respetuoso en el trabajo como guionista.

¿Cómo era trabajar con el Gabo?

Gabriel tenía ese sentido del humor tan particular, respetuoso, tan caribe. Al principio decía cualquier barbaridad y una se quedaba desconcertada. Ese primer y segundo año de trabajo fueron complejos. Era una persona exigente a su manera y cuando decía hay que hacer, busca a ver cómo lo haces.

Era muy serio para el trabajo, la disciplina era muy importante. Le gustaba trabajar con equipos de mujeres, de una manera sentía que la mujer era más confiable, perseverante en el trabajo. En lo personal fue una enseñanza enorme. No se podía llegar tarde a la Fundación, ni a las reuniones tampoco. Venían de los distintos países acá al Festival y hacíamos la reunión del consejo superior. La reunión era a las nueve de la mañana y Gabriel a las menos diez ya estaba sentado en la mesa. Un día llegó uno tarde, el pobre, y le llamó la atención.

Podía hacer el calor más horrible y estaba encantado, nunca vi que sudara. La música era una pasión para él, principalmente la música popular. Siempre estaba inventando ir a lugares donde se escuchaban boleros. Además, se sabía todos los boleros. Solíamos ir a una especie de bar cuando se inauguró el Cohíba.  Ahí había una pianista que cantaba muy bien. Le encantaba ese lugar. La pianista tenía una libreta donde anotaba las canciones y había muchas que no se sabía. Entonces García Márquez la ayudaba a completar las letras de los boleros.

De izquierda a derecha Tomás Gutierrez Alea, Fernando Birri, Gabo y Julio García Espinosa ( Foto tomada del sitio del Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano).

¿Cómo se reinventa la Fundación en tiempos de pandemia?

Vamos a ver si inauguramos a finales de este año un salón dedicado a su colección documental y patrimonial, tenemos objetos de él, parte de su biblioteca personal aquí en Cuba, computadoras, la primera que él tuvo, su máquina de los años 80. Dejó un legado enorme de trabajo y patrimonio para el cine de la región.

¿Cree que se cumplió aquel sueño inicial de la FNCL?

Yo creo que se sobrecumplieron, los de García Márquez y ese grupo de cineastas que lo acompañó y que sigue acompañando la Fundación. Cuando uno analiza lo que era el cine a mediados de los años 80, comprende lo que se avanzó en el siglo pasado y este. No fueron sueños limitados a la formación, sino vistos desde distintas áreas del desarrollo del cine. Si algo puso Gabriel fue su prestigio, su inteligencia, para el desarrollo de esta región.

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