Creado en: febrero 18, 2023 a las 10:52 am.

Guantánamo y Regino Boti, en el aniversario 145 de su natalicio

Por Jorge Núñez Motes

No resulta ocioso insistir que Regino Boti Barreiro es una de las grandes voces líricas de la historia literaria cubana de la primera mitad del siglo XX. Nacido en Guantánamo, el 18 de febrero de 1878, allí vivió, trabajó, creó familia y obra, y también murió en agosto de 1958.

Es significativa la influencia ejercida por el entorno en toda la obra de Regino Boti. Esa relación genésica y medular con Guantánamo no solamente va a estar determinada por las influencias estéticas y epocales que actúan sobre este intelectual, sino también hay un aferrarse al contexto para enaltecerlo y salvaguardarlo; un aferrarse al paisaje y a la naturaleza para, como los primitivos pintores de Lascaux y Altamira, al nombrar o pintar, el intelectual guantanamero lo hace  para protegerlo, para guardarlo, para preservarlo y quintaesenciarlo en una inusitada demostración de amor por su entorno.

De ahí la sintonía existente entre la obra toda de Regino Boti y el paisaje como tema, más explícitamente el entorno. Tan lejano como 1958, Ángel Aparicio ya señala la influencia, o la presencia de Guantánamo en la poesía de Boti, desde un libro como Arabescos mentales (1913), en los poemas «El puente» y «En la agonía solar». El primero referido al viejo puente Isabel que cruzaba el río Guaso hacia el este, mientras el segundo refiere un atardecer en la ciudad. Habría que incluir un tercer poema de este libro, «Aguaza», en tanto describe un paisaje marino –sin dudas la bahía de Guantánamo—, con elementos de contemporaneidad, como es su estructura similar al montaje cinematográfico y el uso del adverbio cinematográficamente, como lo haríamos hoy, a pesar de estar escrito en 1910.

Ahora bien, El mar y la montaña (1921), es el libro de Regino Boti paisajístico por excelencia; al tiempo que libro iniciático, de viajes; libro para descubrir junto al poeta el entorno en que este se desenvolvía, aunque sin descartar sus libros posteriores como La torre del silencio; Kodak-Ensueño o Kindergarten, y el excelente trabajo en prosa  poética titulado Rumbo a Jauco.

Un recorrido por los textos de El mar y la montaña,  ofrece un variopinto recorrido por la geografía del sur de la ciudad de Guantánamo (la costa sur, Caimanera incluida), de la propia ciudad y de las montañas que cierran el horizonte por el norte. Dividido en tres secciones: El mar, Intermedio (en la aldea) y La montaña, en la mayoría de sus textos se puede rastrear lugares geográficos y sitios reconocibles para el lector.

Paralelo a la obra poética se encuentra una producción plástica, fundamentalmente con trabajos a la acuarela con la temática del paisaje y los subtemas de paisajes rurales, urbanos y marinas, a partir de los cuales también se puede establecer un recorrido por lugares geográficos conocidos y reconocibles.

La revisión de las acuarelas, conservadas en la casa natal del poeta,  Monumento Nacional desde 2010, estén nombradas o no, ofrece un recorrido por la geografía guantanamera; bien sean las tituladas En la cercanía del río Guaso; Camino a Santa María, ambas en la periferia de la ciudad de Guantánamo;  la caleta El Delirio, o la casa payral o solariega;  Caimanera de forma genérica o a través de sus barrios y particularidades; o las  referidas al parque 24 de febrero, la esquina de las calles Calixto García y Aguilera, hasta el emblemático Palacio Salcines, entre otras.

Ejemplo singular es el texto Rumbo a Jauco, en el que escribe: «Tomo lápiz y papel. Hago unos bocetos nerviosos de los paisajes del contorno», y así aparece una acuarela fechada en junio de 1910, la misma fecha de la nota, referida a Punta caleta, en Maisí, En el mismo texto Boti apunta: «Algo más tarde de las ocho llegamos a Cajobabo. Desde el fondeadero tiene el bello aspecto de un anfiteatro, delimitado hacia el mar por una montaña y por una punta». Como era de esperar, ahí está la acuarela con esa fecha, y todo indica que fue la primera de un numeroso grupo de trabajos que tienen a Playita de Cajobabo como centro de su interés visual.

Tanto desde su obra poética como desde la visual es posible establecer una interesante cartografía de aquellos lugares que fueron importantes, interesantes o que algo significaron para el intelectual guantanamero. De lo que no quedan dudas es de que su amor por el terruño, por su aldea «de parquedad catalana», lo llevaron a enaltecer por los medios expresivos a su alcance el lugar en el que naciera y viviera toda su vida.

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