Creado en: marzo 2, 2021 a las 12:43 pm.

La película que no hizo Sergio Corrieri


Memorias del subdesarrollo fue incluida en la lista de las mil mejores películas
de todos los tiempos por segunda edición de la Guía de The New York Times en 2011

¿Qué papel escogería si Titón estuviera vivo y lo invitara a filmar nuevamente?, le preguntaron durante una entrevista para la publicación Cine Cubano. A sus 63 años respondió sin pensarlo: Sergio en las Memorias del Subdesarrollo de los 90.

En el largometraje de 1968, el protagonista reitera, una y otra vez, que un actor «lo único que hace es repetir miles de veces los mismos gestos y las mismas palabras, y los mismos gestos y las mismas palabras…»

De alguna manera, existen dos Sergios. El primero tiene una existencia cíclica: despedir a la familia en el aeropuerto, espiar la Habana desde el telescopio, tener encima la ropa de una mujer que lo detesta, pasear en el descapotable del amigo que es todo lo que no quiere ser, sentirse un mamey podrido, con 38 años, en la Cuba Revolucionaria.

Una enumeración de escenas sería interminable para quien ha visto una de las mil mejores películas de todos los tiempos, según la segunda edición de la Guía de The New York Times en 2011.

Sergio Corrieri, el rostro del cine postrevolucionario, participó en 14 películas del ICAIC

La vida de Sergio en el filme dura casi dos horas. Y como un bucle, comienza y termina de la misma manera cada vez que la ponen en la pantalla del cine o la reproducen en algún dispositivo móvil.

El otro Sergio, sin embargo, carece de la perpetua inamovilidad del primero. Su vida no se reduce al papel de un pequeño burgués, con la lucidez suficiente para saberse de una clase que cada día se americaniza más.

Sergio Corrieri, el rostro del cine postrevolucionario, cambió de piel 14 veces. Pasó del estudiante de Soy Cuba al intelectual de Desarraigo. Vivió en el apartamento habanero de Memorias del Subdesarrollo. Viajó al Escambray de Alberto Delgado, El hombre Maisinicú, héroe de la lucha contra bandidos que fue, en su momento, el filme más taquillero del ICAIC. También fue el Mella de Enrique Pineda Barnet.

Sin embargo, Sergio antes de ser Sergio se formó en el Grupo Teatro Estudio. Con 20 años interpretó a Edmund en Largo viaje del día hacia la noche, premio Prometeo de actuación 1958. Estuvo en Fuenteovejuna, El perro del Hortelano y El farsante más grande del mundo. Actuó en La ronda, de Arthur Schnitzler, y la puesta en escena de Hugo Ulive: El círculo de tiza caucasiano, original de Bertolt Brecht.

Dirigió Recuerdo de dos lunes, de Arthur Miller, y Risotadas en el público, de Jack Richardson.Tuvo bajo su responsabilidad Contigo, pan y cebolla, de Héctor Quintero, y contribuyó a crear personajes antológicos del teatro cubano como Lala Fundora o la Fefa.

El hombre de Maisinicú fue en su momento la película más taquillera del ICAIC

Lo que ahora parece una lista impersonal de obras, ordenadas cronológicamente, fueron para Corrieri largas horas preparando personajes, escenografía, guión; fueron nervios en la boca del estómago antes de la puesta en escena, alivio y alegría después de los aplausos finales.

El David de En silencio ha tenido que ser, de los más exitosos seriales de la televisión cubana, dirigió su propia adaptación de La Emboscada, Mejor Dirección en los Premios Caracol de la UNEAC en 1994.

Un Sergio solo mira la ciudad que le parece de cartón. La postal es perfectamente analizable y criticable para un hombre de inquietudes intelectuales. No trasciende la curiosidad de alguien que no tiene la intención de trasformar absolutamente nada.

El que está fuera del celuloide es todo lo contrario. Dejó la comodidad capitalina para crear, en 1968, el Grupo Teatro Escambray, pionero del arte comunitario en Cuba. Así como viajó a parajes intrincados de su país, llevó arte a Angola y, unos días después del triunfo sandinista, a Nicaragua.

El Grupo Teatro Escambray fue pionero de los proyectos de arte comunitario en Cuba

Enseñó teatro en la Escuela Municipal de Arte de Marianao, la Nacional de Instructores de Arte y el Instituto Superior de Arte de La Habana. Ocupó la vicepresidencia del ICRT en 1985 y desde 1990 presidió el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.

Entre sus desvelos también estuvo, a raíz de la convocatoria al VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), presidir los trabajos de la Comisión Organizadora, gesto sumamente apreciado por la vanguardia artística e intelectual que siempre vieron en él un ejemplo.

Nos legó tres poemarios: Los Noventa, Asuntos propios y Del mar y los peces. Escribió También lo imaginado, un libro de cuentos sobre la playa de Jaimanitas, y una novela corta sobre el Grupo Teatro Escambray.

Un Sergio enfrenta la dicotomía entre partir y quedarse. El otro se queda definitivamente.

Uno es pequeño burgués. El otro revolucionario.

Uno se limita a observar piezas en las galerías. El otro es arte y a su vez genera arte.

Uno vive anclado a las Memorias del Subdesarrollo de 1968, el otro sueña con las de los 90.

Uno critica el plasticismo de una clase carente de identidad, el otro la pérdida de los valores y la ética.

Uno no existe sin el otro que, a sus 69 años, dejó de ser parte de este mundo físico.

Sin embargo, al igual que en la película, su vida tiende a comenzar una y otra vez cada 2 de marzo, el día que nació Sergio Corrieri.

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