Creado en: enero 4, 2021 a las 02:41 pm.

«Mambisadas», obra histórico-literaria necesaria para todos los tiempos

Si existe un libro de una gran riqueza e imperecedera lectura y, a su vez, revelador de incontables momentos de la historia y literatura cubana –esta última traídas en lo fundamental en epístolas de gran riqueza ética y estilística y ajustada al idioma de la época–, escritos por inolvidables figuras pertenecientes al contexto social y militar mambí es, sin lugar a dudas Mambisadas (1), del historiador y miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), profesor Abelardo H. Padrón Valdés*.

¿De qué momentos de nuestra riquísima historia se apropia Padrón Valdés para lograr trasladar al lector ávido y estudioso de la búsqueda de nuevos conocimientos, hechos e importantes anécdotas y testimonios que revelan y enaltecen los valores humanos y altamente patrióticos de los combatientes mambises?

Ante todo el vocablo Mambisadas define la transmisión de noticias insurrectas entre los combatientes mambises. Estas llegaban y salían de las prefecturas y trataban sobre hechos relevantes ocurridos en los combates: sus victorias, las bajas, toques a degüello, movimientos de las tropas enemigas, tipos de armamentos, fechas de llegadas a las poblaciones, nombres de los batallones españoles y de los oficiales que los comandaban, composición, cantidad de hombres y rumbo que seguían.

“(…) Tenían tras de sí al enemigo José Martí con dos números: el 816 y el 98, y el Generalísimo Máximo Gómez con el 53 y el 4677. Estas eran las claves que el enemigo usaba para identificarlos. La Inteligencia y la Contrainteligencia española los tenían cerca. Según decía el cifrado: Están en Montecristi. Y así, paso a paso, la maquinaria enemiga trataba de penetrar a los cubanos y, por cierto, casi lo lograron. Vendrían marchas, contramarchas y clandestinaje”.

Entre esas noticias se incluían también todas las relacionadas con la vida interna en los campamentos del mambisado:

“(…) El general Flor Crombet llegó entrado el día a la retreta de un campamento mambí. Allí, la soldadesca jugaba con un prisionero español. Le tenían amarrada, en forma de torniquete, una soga alrededor del cuello, que la apretaban según la intención. Más parecía una tortura que un juego.

“—Grita ¡Viva Cuba!—le ordenaban.

“–¡Viva España!, coño. ¡Viva España…!—respondía sudoroso y reacio el español.

“Curioso por la algarabía, se acercó al grupo y preguntó qué ocurría. Después señaló:

“–¿No se dan cuenta? Este hombre es un valiente. ¡Suéltenlo!–, dijo y le pidió disculpas.

“Años después, cuando Flor llegó preso a Madrid, ese antiguo prisionero fungía como inspector de cárceles, como un alto oficial español, y lo ayudó en su fuga a París”.

Ejemplo de epístola está la dirigida por El Generalísimo a su esposa Manana, en Santo Domingo, por la pérdida irreparable de su amigo, el Mayor General José Maceo, ocurrida en el combate de Loma del Gato:

“(…) Descubrí en él la grande y noble gratitud del león que la historia cuenta, y entendía a la grandeza de su valor admirable e intrépido cual ninguno, por su generosidad y su amor a las mujeres y a los niños. El español más cruel, rendido al General en mitad de la refriega más sangrienta, podía contar con la vida”.

Asimismo, y sobre el General José Maceo, nuestro Martí escribió a Gómez: 

“(…) Es tan alto y sublime cuanto a ese hombre, escogido por el Dios de la Guerra, le ha pasado, que no importa la manera de ser dicho, pues que siempre aparecerá interesante y conmovedor (…)”.

Otra misiva de infinito amor y admiración es la dedicada a Panchito Gómez Toro, que Martí dirige a su padre, Máximo Gómez:

“(…) De tanto que le dijera no tengo cómo empezar. Del regazo de ustedes ha salido este niño a muchedumbres de hombres, al desenvolvimiento del aplauso que en su persona a su padre se tributa, y a la inevitable exhibición que no he tenido necesidad de reprimir, porque su natural decoro le sirve de suficiente consejo, y en la situaciones más tentadoras y difíciles no le he visto una sola vanidad, ni una sola falta de tacto. Enseguida, y sin prédica más, entendió el valer de los humildes, y se estremeció ante su grandeza. Vibra, callado, a cada referencia a usted. Jamás habla, ni que hubiera parecido bien que hablase, sino con el saludo, y en nombre de usted, pero como hijo conmovido, y no como patriota vocinglero”.

Martí consideró a Panchito un hijo más, hasta llegar a convertirse “en el tercer factor formador de la vida del joven”.

Más de 200 páginas conforman Mambisadas, con su excelente semblanza de líderes y combatientes independentistas –algunos poco conocidos–, y de destacados Generales de las tres guerras. Estos últimos, con sus respectivas síntesis biográficas. Igualmente, hay que mencionar un capítulo referido a las partituras de las Dianas insurrectas: Al machete, Alto el fuego, Atención, Desensillar, Marcha de la caballería, Marcha de la entrada en La Habana…

Mambisadas, obra necesaria para todos los tiempos como referencia histórico-literaria, y como exponente de los más genuinos frutos de nuestra identidad nacional.

  • Mambisadas. Abelardo H. Padrón Valdés. Ediciones Abril 2017.

*Abelardo H. Padrón Valdés (La Habana, 1938): Licenciado en Historia por la Universidad de La Habana y miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Profesor Principal del Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona. Militó en las filas del Movimiento 26 de Julio. Entre sus obras publicadas se hallan las biografías de varios generales de nuestras gestas independentistas. Entre las diversas distinciones y condecoraciones que posee está: la Réplica del Machete Mambí del Generalísimo Máximo Gómez.

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