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Martí en Lezama: Gravitación de la idea de la unidad del mundo y de los Versos sencillos

Desde el año 2006 hasta el 2009 he venido investigando el proceso de formación y sedimentación de los conocimientos de José Martí en sus Cuadernos de apuntes primero, y luego en sus Apuntes en hojas sueltas. Lo que ha arrojado como resultado dos libros: Los Cuadernos de apuntes de José Martí o la legitimación de la escritura y De la escritura rota y restos de la memoria: Apuntes en hojas sueltas de José Martí. Sobre la base de este estudio y la especial resonancia espiritual de la obra del Maestro en uno de los poetas cubanos más trascendentes del siglo XX, con el que comparte un extraordinario conocimiento de la cultura universal, una aguzada imaginación poética y un concepto de cubanía en que lo local y lo universal se funden,[1] me propongo estudiar los llamados Diarios de José Lezama Lima, que recogen anotaciones suyas entre los años 1939 – 1949, años del surgimiento de varios poemarios importantes, y de la publicación del fragmento inicial de Paradiso,[2]  y entre 1956 y 1958 ,para analizar cómo se refleja en ambos textos el interés por la poesía, la reflexión acerca de la misma y cómo se conforma una concepción acerca de este género literario, partiendo de la idea de que ella para Martí era la forma suprema de la literatura,[3] mientras que para Lezama llegó a ser un método de conocimiento de la realidad,[4] la categoría central a la que conduce su pensamiento estético, entendida en su sentido más esencialista, según Pedro Aullón,[5] y el único tema de su obra, al decir de los críticos.[6] 

Si la poesía como objeto de definición es una constante en ambos cuadernos de apuntes, e incluso, eje vertebrador de ambas obras literarias, es aún más curioso encontrar coincidencias  no sólo en la manera de aproximarse al hecho poético, sino comprobar cómo Lezama conforma reflexiones en los Diarios con ideas de Martí propiamente de los Versos sencillos, a los que llamó “sencillez que reposa en un conocimiento natural.”[7] Primero encontramos una agresiva sentencia correspondiente al 6 de enero de 1942, que toma como base los famosos versos de Martí  “Yo soy un hombre sincero /  De donde crece la palma, /  Y antes de morirme quiero / Echar mis versos del alma”[8], donde se invita al poeta a dejar atrás o fuera toda la cursilería y retórica que acompaña a mucha –mala – poesía y a la recepción de la buena: “Antes de sacarse los versos del alma, hay que sacarse el alma del culo.”[9] No se nos escapa en la frase aludida lo canónicos que pueden ser los versos martianos para ilustrar tanto el carácter sacro de la verdadera poesía, y el ridículo o cursi de la mala. Lo que se puede vincular de cierto modo a su rechazo de la mediocridad literaria, que también se manifiesta en estos sugerentes fragmentos cuando afirma: “Frase que se ha dicho sobre Flaubert: echaba abajo un bosque para hacer un cofre. Lamentablemente hoy sucede lo contrario. El cofre se quiere hacer un bosque; los débiles, fuertes. La miniatura se extiende como serpiente nefanda. Alarde del débil”[10]; en que, partiendo de reflexiones de grandes escritores, fustiga el encubrimiento de lo banal, como Martí en sus Cuadernos de apuntes.  Luego de la cita referida y unos leves apuntes relacionados con su  gran poema “Rapsodia para el mulo” se recoge una reflexión donde, como en los Versos sencillos, se refleja el principio de la unidad del mundo, en la que también se verifica que la negación de una cosa lleva a, o contiene,  la otra, el principio de la armonía universal con su consiguiente sentido analógico, estableciéndose una especie de diálogo con algunas estrofas del poema I de Versos sencillos (estrofas 13, 16 y 18) y del poema “Cual incensario roto”, correspondiente a sus “Versos varios”:

Diario de Lezama:

“Suéltame, porque creo en tu aliento. Ciégame, porque oigo tu no. Suéltame entre muchos pasos y el ciempiés. Ciégame debajo del árbol del conocimiento. Suéltame, que me reduzco y grito. Ciégame, que me abarco y comprendo.”[11]

Poema I de Versos sencillos:

                   13

Yo sé bien que cuando el mundo

Cede, lívido, al descanso,

Sobre el silencio profundo

Murmura el arroyo manso.

                     16

Todo es hermoso y constante,

Todo es música y razón,

Y todo, como el diamante,

Antes de luz es carbón.

18

Callo, y entiendo, y me quito

La pompa de rimador:

Cuelgo de un árbol marchito

Mi museta de doctor.[12]

“Cual incensario roto”

Ya no me aflijo, no, ni me desolo

De verme aislado en mi difícil lucha.

Va con la eternidad el que va solo,

Que todos oyen cuando nadie escucha.

Ya no me importa que la frase ardiente

Muera en silencio, o ande en casa oscura,

Amo y trabajo: así calladamente

Nutre el río a la selva en su espesura.[13]

Tanto en la aseveración lezamiana, como en las estrofas de Martí citadas, ambos creadores se despojan de su condición de versificadores y de su “sabiduría” de mayor parsimonia, y queda el hombre, queda el poeta que, más que concebir, antes que todo intuye. Propiamente en su obra ensayística aparecen referencias a una de las estrofas de Martí aquí relacionadas, donde Lezama pone de manifiesto las ideas sobre la unidad del mundo que venimos analizando : “«Todo es hermoso y constante, / Todo es música y razón.», comenzamos a saber  en Martí qué es la sabiduría poética, que por ahí anduvo Pitágoras, el del muslo de oro […] Quizás Darío no lograse hacer del simbolismo su mansión, como en el caso de Martí, que sin ser simbolista parte de los secretos de una totalidad.”[14] El autor de “Muerte de Narciso” ve en toda creación dolor, por eso afirma que una cultura asimilada o desasimilada por otra no es una comodidad, nadie la ha regalado, sino un hecho doloroso, igualmente creador, creado. Creador, creado, desaparecen, fundidos, diríamos empleando la manera de los escolásticos, por la doctrina de la participación[15]. Esta idea de un mundo análogo – el punto generador de su conversación, al igual que su obra literaria, tenía su fundamento en la consideración del mundo como una vasta red de analogías. Un objeto lo conduce al siguiente o al anterior. El mundo es una inmensa galería ordenada de espejos frente a otros espejos. Al final las cosas valen porque nos recuerdan y aluden, o mejor se relacionan, con otras y entre sí.[16] Piénsese si no como se relaciona a la poesía con otras disciplinas del saber o del arte – se pone de manifiesto en un fragmento de Marcel Proust que Lezama recoge, como eco de sus afinaciones, que muestra inevitablemente su modo de asumir la labor creativa y da fe de sus ambiciones literarias:

«“Uno ha puesto de sí algo en todas partes, todo es fecundo, todo es peligroso y pueden hacerse tan preciosos descubrimientos en una propaganda para jabón como en los pensamientos de Pascal.”

                                                                                                   M. Proust. »[17]

Tal variante del “Todo es música y razón” martiano se revela como traducción y sobrepaso del saber artístico de la humanidad.[18] En este plano de referencias a opiniones de determinados escritores sobre otros escritores, a su parecer – autores que Lezama cita y confronta -, reflexiones fruto de lecturas, proceso lectivo que concluye en asociaciones con el universo de su poética, puede ubicarse la relación poesía – pintura que, como en los Cuadernos de apuntes, se verifica en los Diarios de Lezama. Si Martí decía en estas anotaciones que el poeta debía pintar como el pintor, el autor de Paradiso es fiel a semejante credo y busca en atisbos poéticos de grandes que han sido axiomas para ensanchar su arte, que, además de demostrar la relación entre esencia y apariencia, confiesan las estrategias de toda una poética:

“Frase de Van Gogh

Cómo hacerlo: con mucho dibujo y poco color.

Cómo no hacerlo: con mucho color y poco dibujo.”[19]

“Se discute si la pobreza de la nomenclatura cromática en Homero y en el lenguaje de algunos pueblos primitivos no depende de la pobreza de léxico, según [ininteligible], sino de la posesión de un sentido cromático reducido a pocos términos.”[20]

En tal sentido – un sentido que apela a la economía de medios y a la profundidad en la concepción y el pensamiento que sostiene la obra artística – Martí decía en sus apuntes que necesitaba ver antes lo que iba a escribir: “Me creo, estudio, reconstruyo en mí los colores y el aspecto de lo que tengo que pintar.” [21]La frase de Van Gogh que Lezama hace suya parece una síntesis ingeniosa de la siguiente del autor de Versos sencillos: “Hay algo de plástico en el lenguaje, y tiene él su cuerpo visible, sus líneas de hermosura, su perspectiva, sus luces y sombras, su forma escultórica y su color, que sólo se perciben viendo en él mucho, revolviéndolo, pesándolo, acariciándolo, puliéndolo. En todo gran escritor, hay un gran pintor, un gran escultor y un gran músico.”[22]

A propósito de esta última cita es útil recordar aquí la presencia en ambos diarios de observaciones de corte sinestésico. Por su parte Lezama da una vuelta de tuerca al tema, pero sigue insistiendo: provocando asociaciones y metáforas. Si Martí une sonido y color, este une movimientos literarios con paisajes de música, con lo que intensifica esa intención:

 Martí

“Entre los colores y los sonidos hay una gran relación. El cornetín de pistón produce sonidos amarillos; la flauta suele tener sonidos azules y anaranjados; el fagot y el violín dan sonidos de color castaña y Prusia, y el silencio, que es la ausencia de sonidos, el color negro. El blanco lo produce el oboe.”[23]

Lezama

“La poesía romántica: un tema formado por una frase turbulenta de piano, seguida de una larga cadenza de violín.

Lo clásico. El impresionismo? Una frase de corno inglés terminada por una fermata de arpa, o viceversa. Esto quiere decir que hay dos clasicismos. As you play.”[24]

Qué cercanas nos parecen las siguientes observaciones de uno y otro escritor que, además de demostrar la potencialidad de ambas mentes, denotan una insaciable curiosidad o infinitas ansias de conocimiento. Dice Martí en sus Cuadernos de apuntes: “¡Quién pudiera fotografiar el pensamiento como se fotografía al caballo en la carrera y al ave en el vuelo!”[25] Lezama luego de varias observaciones sensoriales de corte didáctico correspondientes al 11 de mayo de 1945 exclama: “¿Qué relación hay entre la impresión visual (normal) y la impresión palpatoria (de un ciego)?”[26]

La reflexión continuada sobre la poesía – concebida como sacerdocio -, la pasión por la historia y la filosofía, los clásicos, las religiones y las mitologías en ambos creadores, ”una forma nueva de ver las cosas, un peculiar sentido del lenguaje, una inquietante y misteriosa trascendencia, un renunciamiento al facilismo”[27], la asimilación de preceptos evidentes y sutiles del autor de Versos sencillos por parte de Lezama en los Diarios, y específicos ángulos cosmovisivos en que se aprecia la vocación de síntesis y de integración de lo diverso en lo universal autóctono[28]  o la ávida curiosidad integradora, al decir de Vitier, en ambos escritores donde se vincula la vida con la literatura, y la naturaleza con la cultura (la espiritualización de la naturaleza – si bien en cada uno las influencias filosóficas que condicionan tal rasgo tienen sello y dirección diferentes ,según Rensoli) hacen confluir las anotaciones de ambos poetas que siempre trabajaron en función de producir una obra, y que no se debían al acabado de un libro.[29] Su condición de poetas pensadores con un estilo de pensamiento profundamente afirmativo y con estilo integrador, y de hombres dialógicos en cuya ética hay preocupación por el lugar del otro en el yo, como asevera Julio Ortega, se vincula en gran medida con su cualidad de poetas mayores, que, según Fina García Marruz, son aquellos que tienen ojos para ver la gloria, la sospecha de que el sufrimiento no es quizás lo más profundo, no obstante su atronadora evidencia rodeándonos, para ver la sustancia de dicha en el ser de la Creación, en los cándidos adentros de color.[30] Por tanto la trascendencia de la obra y el pensamiento de José Martí era una respuesta articulada para el universo poético lezamiano.


[1]  Véase Daysy Cué Fernández. “Martí y Lezama en la casa del alibi” en Videncia, número 22, Ciego de Ávila, mayo- agosto de 2010, p. 18. Martí es visto por Lezama como el hacedor por excelencia, el que entre nosotros ha propugnado lo mejor: “José Lezama Lima, hombre sedentario y contemplativo, bien lejos de ser un hombre de acción en el sentido corriente del término, parece apreciar en Martí, además del excelente poeta, al hombre que ha logrado demostrar la posibilidad del «hoc age ».” Alessandra Riccio. “El« Diario» de Martí en José Lezama Lima”, en Revista Unión, n. 2, 1985, La Habana, p. 96. Daysi Cué también afirma que si Lezama no tuvo el privilegio de una conversación real con su ilustre antecesor, posee en cambio las posibilidades de sostener un diálogo virtual con un hombre de un modo de decir fascinante, y que es para Lezama una metáfora de la historia patria, componente legítimo de la historia y la cultura nacionales, por eso lo sitúa a la cabeza de la última de las eras imaginarias. Ob. Cit, p 18 y 21, respectivamente.

[2]  “La década que corre entre 1939 y 1949 es una etapa muy fructífera en la vida intelectual de José Lezama Lima (1910 – 1976).  Son los años de Enemigo rumor (1941), Aventuras Sigilosas (1945) y La fijeza (1949). Es precisamente en este año que publica en la revista Orígenes, el fragmento inicial de Paradiso.” Ciro Bianchi Ross. Prólogo a Diarios de José Lezama Lima, Ediciones Unión, La Habana, p. 6.

[3] Véase Carlos Javier Morales. La poética de José Martí y su contexto, Editorial Verbum, Madrid, 1994, p. 235.

[4] “Lezama pertenece al primer movimiento literario que hace de la poesía su forma primordial de conocimiento – y más, una concepción del mundo -, lo cual condujo a Ambrosio Fornet a expresar que «todo lo que Orígenes tocó se convirtió en poesía»”. Jorge Luis Arcos. “Los poetas del Grupo Orígenes: Lezama Lima, Vitier, García Marruz, Diego y otros” en Historia de la Literatura Cubana, T. II, Instituto de Literatura y Lingüística y Editorial Letras Cubanas, p. 378, La Habana.

[5]  Ver Pedro Aullón de Haro. “Escritos de estética de José Lezama Lima en Revista Vivarium, La Habana, número XXIX, nov. , 2010, p. 10

[6]  Carmen Suárez León, al caracterizar los aspectos que unen a ambos cuadernos de anotaciones, afirma que “son textos fragmentarios, con una gran variedad de temas, generalmente difíciles de conectar entre sí, con intercalaciones que no pueden datarse con precisión, con avances y retrocesos propios de cualquier libreta que nos acompaña durante años donde se expresan los más diversos tipos de preocupaciones, recordatorios, reflexiones al vaivén de nuestras azarosas vidas.” “Lezama y Martí. Absortos ante el espejo de sus apuntes” en Revista Unión, La Habana, n. 70, 2011, p. 14.

[7] José Lezama Lima. “En José Martí culminaron…” en Martí en Lezama, (compilación de Cintio Vitier) Centro de Estudios Martianos, La Habana, p. 64.

[8] José Martí. Versos sencillos en Obras Completas, Poesía I, Edición Crítica, T. 14, Centro de Estudios Martianos, 2007, p. 299. En Paradiso encontramos un uso tamizado, culto, que hace del poemario martiano publicado en 1891, específicamente del poema XII, donde establece asociaciones bien poéticas, basadas en el funcionamiento interno de la metáfora, que a primera vista contrastan: la realidad esencial y opuesta que ofrece Martí, lo espléndido contra lo nauseabundo, se corresponde con el ejemplo doméstico de un huérfano que se opone al hijo bien querido:

Pero donde su reposada sabiduría (de Doña Augusta) paremiológica alcanzaba celeste sin zureo de mosca era en el refrán que volcaba sobre unos vecinitos de la esquina. Allí estaba como recogida de la casa una flacucha de doce años, aunque su sonrisa entreabría río creciente y matinal y su mirada atraía y rimaba. Cualquier familiar le endilgaba malas notas, pereza, gracias fofas, cuentos torpes. Doña Augusta afirmaba milenaria, llorosa casi: La caca del huérfano hiede más: cuando lo había oído en su niñez, le producía risa ver en boca de su abuela la palabra pícara. La única que se la oyó y sólo en las opulentas gracias de esa frase. Pero al paso de muchos años, casi le daba la clave, de algo que para José Cemí había resultado incomprensible, la estrofilla aquella de José Martí, “ofendido del hedor”, “a mis pies vi de repente”, “un pez muerto, un pez hediondo [pone hediendo], es decir, la presencia de lo nauseabundo contrastando con la del esplendor, lago seductor, barca, oro puro, alma como un sol. De la misma manera, la legendaria gruta mágica de los cuentos infantiles, donde la huérfana carece de zapatos de cristal y de aljófares para su cabellera, recibe por bondad que se deriva de una incomprensible sabiduría que lo que es una gracia en casa de garzones, es en el huérfano, sin padres que le acaricien, en esa misma casa que aprisiona sus tristezas y siendo el mismo imprescindible deleznable, un enojo, una maldición.

José Lezama Lima. Paradiso. Biblioteca Era, México, 1997, pp. 150 – 151. Reinaldo González advierte esta alusión y la considera como la presencia de la muerte, lo fétido inesperado de algún detalle, que anuncia el resquebrajamiento de un orden que el poeta nos propone imperecedero, sino en peligro natural. Dice también allí: “Aludo a una observación que Lezama ha hecho sobre Martí (que es, en literatura cubana, su antecedente más directo y válido)”. Ver “José Lezama Lima, el ingenuo culpable” en Recopilación de textos sobre José Lezama Lima, p. 248.

[9] José Lezama Lima. Diarios, p. 50.

[10] Ibíd., p. 115

[11] José Lezama Lima. Diarios, p. 50. Las últimas oraciones de esta cita aparecen reproducidas en el ensayo “Playas del árbol “en Tratados en la Habana, p. 116

[12] José Martí. Versos sencillos en Obras Completas (Poesía I), Edición Crítica, T. 14, Centro de Estudios Martianos, 2007, p 300 y 301, respectivamente.

[13] Ibíd., (Poesía III), p. 196.

[14]  José Lezama Lima. “Rubén Darío” en Imagen y Posibilidad, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1981, pp. 51 y 53, respectivamente. En otra parte de su obra afirma sobre la impronta cosmovisiva de esta cuarteta y su posible eco en la concepción de su monumental Paradiso:

Hay en algunas estrofas de Martí y sobre todo en su Diario, como el preludio de lo que va a ser nuestra novela. Dice Martí, con innegable sentido pitagórico: “Todo es hermoso y constante, Todo es música y razón”. Es decir, como todo va a confluir en algo que parece que nos esperaba, en algo que estaba como en acecho tentándonos. El gran arte ha vuelto a ser en América como en las grandes épocas de las catedrales y de la poesía del Dante, una inmensa suma prodigiosa donde el hombre alcanza la sobrenaturaleza, es decir, la posibilidad del hombre, actuando en la infinitud de la imagen. Varios Autores. “Interrogando a Lezama Lima” en Recopilación de textos sobre José Lezama Lima. Serie Valoración Múltiple, Casa de las Américas, 1970, p. 36. 

[15] Ver José Lezama Lima. “Julián del Casal” en Analecta del reloj, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2010, p. 49.

[16] Antón Arrufat. “Oir conversar a Lezama” en Revista Amnios, La Habana, n. 5, 2011, p. 98.

[17] José Lezama Lima. Diarios, p. 89.

[18] En cuanto a la presencia de lo analógico en la obra lezamiana y su estrecha relación con los ideas de Martí al respecto ,Fina García Marruz afirma que:

En Lezama, la poesía no crea un doble, un reflejo derivado, sino busca, “entre el río y el espejo”, su propia identidad, a través de una penetración en lo desconocido. Al hacer descansar lo diverso en la unidad, los emparejamientos pueden volverse infinitos […] Hay una enorme relación entre la afirmación martiana de que el principio de los conocimientos humanos es el Universo, su “todo es análogo”, su “orden ascendente de semejanzas en todo lo creado”, y el “análogo infinito” de Lezama, el “análogo que busca su desconocido”. Esta búsqueda de una identidad perdida necesitaba de lo que llamó el eros relacionable de la metáfora, de una progresión tan infinita como la totalidad inalcanzable del conocimiento mismo. Ver “La poesía es un caracol nocturno (En torno a “Imagen y posibilidad” en Coloquio Internacional sobre la obra de José Lezama Lima. Poesía, Vol. 1, Centro de investigaciones latinoamericanas, Universidad de Poitiers, Francia, Editorial Fundamentos, 1984, p. 245.

[19] José Lezama Lima. Diarios, p. 73.

[20] Ibíd., p. 80.

[21] José Martí. O.C, T. 21, p. 186.

[22] José Martí. O. C, T. 22, p. 69.

[23] José Martí. “Sección Constante” O. C, T. 23, La Opinión Nacional, 22 de diciembre de 1881, p. 125.

[24] José Lezama Lima. Diarios, p. 57. En el ensayo “Playas del árbol”, recogido en su libro Tratados en la Habana, que está construido sobre la base de la elipsis, con los espasmos de la poesía y citas yuxtapuestas del Diario con un nuevo sentido, aparece una casi igual a la que hemos citado: “la poesía romántica: una frase turbulenta de piano, seguida por una larga cadenza de violín. La poesía clásica: Una frase de corno inglés, terminada en el arpa. O viceversa.

Eso quiere decir que hay dos clasicismos.” Ver p. 114.

[25] José Martí. O. C, T. 21, p. 385.

[26] José Lezama Lima. Diarios, p. 80.

[27] Armando Álvarez Bravo .Órbita de Lezama Lima, Ediciones Unión, La Habana, 1966, p. 11

[28] Cintio Vitier afirma que dichas cualidades Lezama las aprendió de Martí. Véase “Martí y Darío en Lezama”, Revista Casa de las Américas, La Habana, sept.- oct., n 152, 1985, p. 13.

[29]  Véase Julio Ortega. “El reino de la imagen” en Valoración Múltiple, 2010, p. 142.

[30] Véase Fina García Marruz. “Por Dador de José Lezama Lima” en Valoración Múltiple, Editorial Casa de las Américas, La Habana, 2010, p.224

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