Creado en: noviembre 3, 2020 a las 08:52 am.

Sergio y Serguei: el valor de la amistad

La amistad es el crisol de la vida

José Martí

Esa frase martiana deviene un leitmotiv durante la trama del filme Sergio y Serguei, con guion y dirección del cineasta Ernesto Daranas, para destacar no solo el lenguaje universal del séptimo arte, sino también para incentivar el idioma del entendimiento, que tanto escasea en los tiempos que corren.  

Dicho largometraje, caracterizado —básicamente— por los valores éticos, ideo-estéticos, humanos y espirituales en que se sustenta, y que el auditorio debe descubrir durante el desarrollo de la trama, le rinde culto a la amistad verdadera; aquella que —al igual que la poesía y la música— brota de lo más hondo del alma humana, para resistir los embates del dios Cronos, así como de las circunstancias más adversas u hostiles que puedan atravesar dos o más personas, quienes —por los más disímiles caminos— acaban por encontrarse en el espíritu.

El elenco artístico está integrado por los actores Héctor Noas (cosmonauta soviético-ruso), Tomás Cao (radioaficionado cubano), Ron Perlman (artista invitado), Yuliet Cruz (Lía), Mario Guerra (Ramiro), quienes aportaron con su destreza y habilidad el toque de distinción que identifica a la comedia del absurdo, Ana Gloria Budén (Caridad), Camila Arteche (Paula), Armando Miguel Gómez (Ulises), Idalmis García (Sonia), y la pequeña princesa Ailín de la Caridad Rodríguez (Mariana, la niña).

En el cartel serigráfico de la cinta (muy original e ingenioso, por cierto), se puede apreciar un cohete, listo para iniciar el despegue al espacio sideral…, impulsado nada más y nada menos que ¡por una bicicleta!; creativa combinación que —vía subliminal— sugiere los principales escenarios en que se desarrolla la acción dramática del filme.

Por otra parte, el público amante del buen cine cubano contemporáneo, agradece la realización de películas, donde prevalezca la sensibilidad, el arte, el humanismo y la espiritualidad, fundidos en cálido abrazo, en una historia que entrecruza las vidas de un profesor cubano de marxismo (Tomás Cao), de un soviético-ruso (Héctor Noas) y de un radioaficionado estadounidense (Ron Perlman); personajes que, por casualidades radiofónicas, establecen una sólida amistad que los ayudó a interiorizar e incorporar a su estilo de afrontamiento los complejos cambios emergentes en sus respectivas realidades socio-económicas: la desintegración de la Unión Soviética y el comienzo del denominado Período Especial en el archipiélago cubano.

Si bien las actuaciones se distinguen por la calidad artístico-profesional de los intérpretes: el uso inteligente del lenguaje cinematográfico, así como la dosis exacta de gestualidad que exige ese medio audiovisual, y la fluidez e hilaridad en los diálogos, que generan la risa —o al menos, la sonrisa— en el espectador.

Esta crónica estaría incompleta si no citamos las declaraciones a la prensa local formuladas por el carismático actor Héctor Noas, y que evidencian —con meridiana claridad— el nivel técnico-interpretativo que lo singulariza en cualquier medio:

 «[…] Pensé en todo momento que iba a desempeñar el papel de un ruso que hablaba poco español y tenía que concentrarme entonces en el acento, pero jamás imaginé que todo el tiempo tendría que hablar en ruso y, además, simular que mi cuerpo estaba en un estado de ingravidez. De modo que al principio no me creí capaz de encarnar [a] un cosmonauta que cumplió record de permanencia en el espacio, un personaje tan distante de mí; pero fue verdaderamente un gran esfuerzo, no solo de mi parte, sino de todo el equipo de trabajo que me ayudó a caracterizarlo».

En ameno diálogo, desarrollado durante hora y media con los asiduos a las salas oscuras, Sergio y Sergueinos envía un mensaje ético-humanista por excelencia: luchar por la prevalencia de la amistad, no obstante, cualquier circunstancia externa o interna que pueda interferir con ella, y perseverar para hacer realidad nuestros sueños y aspiraciones, los cuales se materializarán con valentía, honradez y sensibilidad, para alcanzar —como el águila— la cima de la montaña.

Por último, no me asiste la menor duda de que la reposición de la cinta Sergio y Sergueiconstituye una de las mejores proposiciones audiovisuales a la familia insular, después de varios meses sin funciones cinematográficas como consecuencia de la pandemia del nuevo Coronavirus (SARS-CoV-2).  

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