Creado en: octubre 24, 2022 a las 08:57 am.

«Sirvo a la poesía con todas las armas que me son posibles»

El escritor Virgilio López Lemus. /Foto: Jorge Luis González

Por Madeleine Sautié 

A él nada poético le es ajeno. Tenía siete años cuando quiso regalarle a su madre el primer poema que escribió, y desde entonces –aunque «ya en serio», a partir de la adolescencia– no ha dejado de concebirlos.

El ensayista, crítico, traductor, profesor e investigador literario Virgilio López Lemus «ha trabajado con intensidad» y eso le ha dado 14 poemarios; 26 libros de ensayos; más de 30 compilaciones con prólogos de obras de otros autores; 16 antologías de la poesía cubana e hispanoamericana publicadas en Cuba, España, Brasil e Italia; 12 libros traducidos desde el portugués y más de 300 artículos en revistas y periódicos de unos 20 países.

La extraordinaria identificación que tiene con el género –no solo para escribirlo, sino para avalar el trabajo lírico de otros– lo explica desde su condición de «servidor de la poesía» a la que, dice, la honra «con todas las “armas” que me sean posibles».

Y es tal como lo dice. «En ese terreno he hecho casi todo: escribirla, compilar la de otros autores, antologías poéticas, traducir o hacer versiones de poemas, comentarlos, reseñar libros, hacer crítica literaria, ensayos sobre historia del género y sobre poética, prólogos, organización de obras completas, conferencias, mesas redondas, talleres, paneles de homenajes a poetas…».

Entre los más completos estudios de este infatigable creador, que contempla entre sus poetas esenciales a Martí, Casal, Rimbaud, Pessoa y Machado, están: El siglo entero. El discurso poético de la nación cubana en el siglo XX; Umbral para una era imaginaria. Acercamientos a Rainer Maria Rilke; Feijóo o la colmena y Métrica, verso libre y poesía experimental de la lengua española; y espera la publicación de un Diccionario práctico de versología hispánica y la Obertura para Oppiano: la narrativa y la poesía de José Lezama Lima.

Muchos reconocimientos avalan su obra: el Premio Internacional de Ensayo de Humanidades de Islas Canarias, en 2003; el Premio Uneac de Ensayo, en 2020; la Orden Carlos J. Finlay; la Medalla Alejo Carpentier, la Distinción por la Cultura Nacional, la distinción Maestro de Juventudes de la ahs, el Premio de Poesía Rafael Alberti, y, por estos días, el Premio Iberoamericano Indio Naborí de Décima y Verso Improvisado por la obra de la vida, de 2022. 

–¿Desde cuándo lo sedujo la obra del Indio Naborí?

–Desde antes de conocerlo en trato directo, rescaté, a finales de la década de 1980, su alta valía como poeta, y publiqué textos sobre su obra. Tengo un libro inédito que recoge todos mis trabajos escriturales sobre Naborí, a quien considero uno de los mejores poetas cubanos del siglo XX, y esa es su divisa mayor.

–Ahora gana un premio que lleva su nombre, un eslabón que los une más…

–El premio es por la obra de la vida, por mis cinco libros teóricos acerca de esa estrofa privilegiada por el pueblo de Cuba: la espinela, de lindo nombre y de historia preciosa. A veces uno recibe lauros por haber servido, por ser útil a los demás, y creo que en el extenso panorama de la décima he hecho algunos aportes de interés. Pero la verdad es que, además de agradecerlo, pienso que no hay premio en el mundo como el de trabajar, de sentir que uno puede aportar algo en el ámbito de la cultura.

–En un encuentro con Naborí, en sueños o en la eternidad, ¿qué le gustaría decirle?

–Naborí ha tenido y sigue teniendo un año de esplendor alrededor de su obra; ese es el resultado de haberse puesto del lado de su pueblo, haber compartido con él alegrías y tristezas, carencias materiales y abundancias espirituales, siempre sabiendo que su destino tiene que ser aquí, en un país cuya mayoría de habitantes sabe quién fue él y lo sigue adorando. Creo que ese sería el mensaje que le llevaría a Jesús Orta Ruiz. 

(Tomado de Granma)

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