Creado en: diciembre 3, 2022 a las 10:38 am.

América a lo grande

Fotograma de Tengo sueños eléctricos, de Valentina Maurel

En un diciembre que comienza más cálido de lo usual, los cines del Proyecto 23, Chaplin, Acapulco, Yara y 23 y 12, se repletan con el público de todas las generaciones que asiste a las funciones del 43 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, que llega en esta ocasión con el lema Cine a lo grande.

Los 103 de los 185 audiovisuales que se proyectan concursan en varias categorías por el Premio Coral: largometraje de ficción, ópera prima, largometraje documental, cortometraje, animación y postproducción. Además, por primera vez se entregará el premio Arrecife, destinado a las películas que traten temas relacionados con la comunidad LGBTIQ+, y los tradicionales galardones a guiones y carteles.

Entre los jurados están algunas de las más prominentes figuras del arte en el continente. Desde Cuba tenemos al poeta, ensayista y crítico Victor Fowler Calzada; la actriz Tahimí Alvariño; la sonidista Velia Díaz de Villalvilla; el cineasta Eduardo del Llano; el periodista y crítico Antonio Enrique González Rojas; el escritor Norge Espinosa; la diseñadora Lyly Díaz; el cineasta Luis Tejera; la realizadora Marilyn Solaya, el escritor Daniel Céspedes Góngora; el profesor Armando Núñez Chiong y la escritora Rachel Diez Hechavarría.

Excelente la elección de Argentina, 1985, para comenzar. El filme, de poco más de dos horas, es en sí mismo una presentación del espíritu de este festival, que defiende la identidad de los pueblos americanos y muestra en la pantalla su historia, tan convulsa y cambiante en este siglo como lo ha sido desde tiempos inmemorables.

La historia del juicio a nueve de las figuras principales que dirigieron el genocidio vivido en Argentina entre finales de los 70 y principios de los 80 está expuesta magistralmente, de modo que «contagia» al público de la sala con el sentir multiplicado en el pueblo de la nación austral.

El público pudo disfrutar, entre otras propuestas, del documental El mar en Madrid, dirigido por Vladimir Cruz, a quien los cubanos recordamos como uno de los protagonistas del icónico filme Fresa y chocolate. Su obra trata sobre el bar y centro cultural con temática cubana Yemayá, que funcionó en la capital española entre el 2000 y 2015.

A la presentación acudió quien fuese iniciadora de este proyecto, Pilar Zúmel, amiga y admiradora de Cuba. «Estoy en la tierra más linda del mundo», dijo al iniciar su intervención.

Este material se acerca también, discretamente, a un tema recurrente en varias de las propuestas nacionales dentro del programa del festival: la emigración y la nostalgia por la patria.

Otra de las cintas interesantes de la segunda jornada fueron las obras Tengo sueños eléctricos, de Valentina Maurel, y Clara Sola, de Nathalie Álvarez Mesén, ambas de Costa Rica, y que concursan en la categoría de ópera prima; Blanquita, de Colombia; Tres tigres tristes, producción brasileña, y el corto cubano El hijo muerto, dirigido por Maysel Bello Cruz.

Algo que ha llamado la atención de los asistentes en estas primeras horas es el curioso spot que acompaña todas las presentaciones. Con la música que identifica al festival recrea la forma e iconografía típica de los dispositivos celulares, haciendo una invitación que este año está presente desde el eslogan mismo de la edición, la de dejar atrás por un rato la encapsulada pantalla del móvil y dejarnos seducir por la magia del séptimo arte en la pantalla grande.

Los filmes participantes podrán verse en las salas del Proyecto 23 hasta el próximo 11 de diciembre, última jornada del festival.

(Tomado de Granma)

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