Creado en: septiembre 15, 2022 a las 09:11 am.

Un hidalgo del periodismo

Conserva el ángel, la ética, el candor y la fe de un caballero andante del arte de la noticia. Él, por norma, está ahí, con su proverbial hidalguía, presente ante cada acontecimiento, presto a reportarlo, rapidez y objetividad mediante.

Hace parte, siempre, de esos puntos de la foto que se recuerdan al paso del tiempo con los típicos interrogantes del gremio periodístico: “¿te acuerdas de aquel momento cuando vino… o estuvimos en…?

Hemos escuchado su voz granularse en los años, ante cada capa de otra década más que envuelve una vida generosa en experiencias y retribución al receptor a través de su quehacer reporteril.

Consecuente con sus principios desde los años 50 del pasado siglo, cuando era secretario de la Juventud Ortodoxa en Cienfuegos y ya entablaba batallas verbales en los periódicos del aire contra los desmanes de cualquier cacique de la tiranía, Manuel Varela Pérez se ha mantenido fiel a los valores de la prensa revolucionaria y al apoyo de cada episodio suscitado en el ámbito de nuestro proceso social.

Dignidad, pasión, entrega serían características para definir la personalidad del longevo periodista, conjuntamente con sencillez, modesta rayana en la humildad extrema, sacrificio y sentido de la honorabilidad.

Pedagogo, periodista de todos los medios (salvo de la televisión), a este señor se le anda escuchando en Cienfuegos desde hace sesenta años y en toda la nación hace más de treinta si sumamos el tiempo conjunto permanecido como corresponsal de Radio Rebelde y Radio Progreso.

Varela remonta a “mi época de juventud y estudiante los primeros contactos con el periodismo. En la escuela superior (hoy secundaria básica) se emitía El escolar, suerte de periódico hablado en el cual intervenía antes de comenzar las clases. Luego me vinculé a una sección denominada Retablo estudiantil”.

Está refiriéndose a las décadas de los ´40 y ´50. Durante ese período también tributó desde Cienfuegos a emisoras nacionales que mantenían corresponsales en algunos municipios de relieve del país. “Era difícil enviar informaciones entonces, pues no existían los medios tecnológicos de hoy y el correo electrónico no era ni siquiera un sueño, nadie lo podía imaginar”, evoca.

Algunos de sus comentarios estudiantiles a la sazón, casi todos de tres a cuatro minutos y en vivo, concitaron elogios de expertos del medio. Ello le agradó a proseguir en la faena que tanto le agradaba al secretario de la Juventud Ortodoxa en la región.

Subraya que “no siempre podía ventilar abiertamente mi postura política, pues debía atemperarme a los distintos medios y sus restricciones o censura directa. Pero aun así y todo, me las arreglaba para criticar cada vez que podía. Por una de dichas impugnaciones fui conducido al Tribunal Provincial de Urgencias”.

Rememora el entrevistado que al triunfo de la Revolución existían muy pocos periodistas en Cienfuegos. Más adelante, el Partido me seleccionó para comenzar a tributar informaciones a Radio Rebelde, tarea la cual honré por más de dos décadas. Luego comencé en Radio Progreso.

Las diferencias entre ambas emisoras él las focaliza, sobre todo, en el estilo, en tanto “mientras Rebelde tiene un aire más arriba en lo noticioso, un tono más alto, Progreso es una emisora menos agitada en el plano informativo, de forma que existe una equiparación entre el matiz de la planta y esta altura de mi edad, con ocho décadas”.

A cada una de ambas casas radiales le debe algo, porque en la fundada durante los días de la Sierra Maestra “aprendí, un poco, a hacer periodismo. No olvido nunca las lecciones del programa Haciendo radio, ni tampoco el contacto con personas muy profesionales con quienes adquirí conocimientos. Por eso digo que siempre hay una parte de Rebelde en mí”.

Considera a “Progreso”, la actual emplantilladora del también corresponsal de la Dirección Municipal de Cultura como una gran familia cuyo eslogan es real, pues “no hay celos ni rivalidades entre el staff central ni entre los corresponsales; si envío una información calificada de buena por quienes miden este indicador, mis colegas son los primeros en felicitarme. El equipo técnico es maravilloso, todos tienen conocimiento de su oficio, pero además don reporteril. Cada mes me dan el pie de ciertas temáticas a tratar, sin embargo poseo mucha libertad en los aspectos a tratar a manera de iniciativa”.

A excepción de cuando graba alguna entrevista, Varela lo hace todo a lápiz, a la vieja usanza. Al observarlo mientras hace una anotación, me recuerda que fue un hábito heredado de época en la cual no existía el artilugio tecnológico de la actualidad, y la costumbre es fuerte, afirma.

“Vivimos un periodismo muy apresurado, el cual no da tiempo a trabajar con pausa y analizar en profundidad los temas, sobre todo en los medios diarios. Es bueno el dinamismo, pero a veces puede confabularse contra la calidad”, considera el veterano exponente del oficio en Cuba.

No olvida referirse en nuestro diálogo a su paso por el movimiento de corresponsales voluntarios, lo cual le permitió conectarse con los rotativos Vanguardia y 5 de Septiembre. Etapa bella de su vida donde se hizo militante del Partido Comunista de Cuba y presenció momentos significativos del acontecer de la provincia y del país.

A sus 80 años fue recompensado, este marzo, con el Premio Provincial de Periodismo Antonio Hurtado del Valle por la Obra de la Vida, en virtud de una obra profesional constante, cuyo entusiasmo y sistematicidad bien pudieran convertirse en patrón referencial de la actual generación reporteril.